Actualización al 2020
Corresponde al tipo de demencia más habitual en los adultos mayores de 60 años y se caracteriza por el olvido de eventos recientes o información habitual, como nombres, además de dificultad para expresarse y hacer cosas cotidianas, entre otros síntomas que empiezan a dificultar que la persona se desempeñe de forma independiente.
El deterioro es progresivo y se debe a una acumulación de una proteína anormal llamada beta amiliode, la que produce un daño irreversible a las neuronas comenzando por los “centros cerebrales de la memoria”.
Hasta ahora, no hay cura para el Alzheimer, pero sí se puede disminuir su riesgo de presentación controlando algunos factores de riesgo, como:
- Mala calidad del sueño
- No ejercitar el cerebro (no leer, jugar naipes, realizar hobbies, etc.).
- Sedentarismo
- Obesidad
- Diabetes tipo 2
- Tabaquismo
Otros factores de riesgo no modificables son la edad, tener antecedentes familiares directos (padres, hermanos) de Alzheimer, síndrome de Down o traumatismo en el cráneo.
El origen estaría en una alteración de las proteínas a nivel cerebral, las que impiden el correcto funcionamiento de las neuronas y que entre ellas se conecten de forma habitual, además de muerte neuronal. Por lo general, este daño comienza en el área cerebral encargada de la memoria, el hipocampo de ambos hemisferios.
Las dos proteínas que están involucradas son:
- Beta amiloide: corresponde a fragmentos de una proteína de mayor tamaño. Estos fragmentos afectan la sinapsis (comunicación) neuronal al formar placas amiloides que también pueden tener otros desechos celulares.
- Tau: normalmente participan en el transporte de nutrientes dentro de las neuronas. En la enfermedad se agrupan en ovillos neurofibrilares que interrumpen la transmisión de elementos.
No existe cura para el Alzheimer, pero sí existen fármacos para retrasar su progreso y manejar los síntomas de pérdida de memoria, como:
- Inhibidores de la colinesterasa: aumentan los niveles de comunicación entre las neuronas.
- Memantina: retrasa la evolución de los síntomas.
Asimismo, se realizan terapias no farmacológicas de apoyo al paciente, la familia y quien lo cuida.