Actualización al 2020
La artritis reactiva consiste en un dolor articular e hinchazón que es provocado por una infección que afecta al organismo. Por lo general ocurre en el intestino o en la uretra.
Esta enfermedad inflamatoria ataca con mayor frecuencia las rodillas y las articulaciones de los tobillos o pies. Sin embargo, también se pueden ver afectados los ojos, la piel y los genitales.
La artritis reactiva no es una enfermedad común y se presenta con mayor frecuencia en hombres de entre 20 y 40 años de edad.
Los factores de riesgo son:
Tener entre 20 y 40 años.
Ser hombre.
Tener múltiples parejas sexuales.
Los signos y síntomas comienzan entre una y cuatro semanas después de la exposición a la infección que causa este tipo de artritis. Estos Incluyen:
Dolor y rigidez en las rodillas, en los tobillos, en los pies, en la parte inferior de la espalda o en los glúteos.
Conjuntivitis (inflamación ocular).
Aumento de la frecuencia de la orina.
Entesitis (inflamación en la zona donde se inserta un músculo, tendón o ligamento en el hueso).
Hinchazón de los dedos de las manos y de los pies; llegando a tomar la forma de una salchicha.
Erupciones cutáneas en la planta de los pies o en las palmas de las manos que simulan psoriasis (quetatoderma blenorrágico).
Lesiones ulceradas en glande (balanitis circinada).
Dolor en la espalda baja que empeora por la noche o al despertar por la mañana.
La artritis reactiva es causada por una infección en el organismo, ya sea en los intestinos o vías urinarias. Múltiples bacterias podrían causar esta afección, como salmonella, clamidia, shigella, yersinia y campylobacter.
Si bien la artritis reactiva no es contagiosa, la bacteria que la causa se podría transmitir sexualmente o a través de alimentos contaminados. El pronóstico es bueno ya que la mayoría son autolimitadas, sin embargo, algunas evolucionan a la cronicidad.
El médico realizará un examen físico para evaluar los signos o síntomas del paciente que compruebe la amplitud de movimiento de la columna vertebral y las articulaciones afectadas. Es necesario realizar un análisis de sangre en búsqueda de evidencia de infecciones, signos de inflamación, y estudio genético si procede.
En ocasiones, es necesario extraer líquido sinovial de la articulación afectada para evaluar el recuento de glóbulos blancos, descartar infecciones o cristales. Por medio de imágenes de la parte baja de la espalda, la pelvis y las articulaciones sacroiliacas se puede verificar si existe compromiso característico de esta enfermedad.
El tratamiento tiene como objetivo controlar los síntomas y tratar la infección que causó la artritis reactiva.
Medicamentos: Se usan inicialmente antiinflamatorios y, en ocasiones, corticoides o inmuosupresores más potentes en casos que van a la cronicidad.
Inyección local de corticosteroides de depósito: se realiza en las articulaciones afectadas para reducir la inflamación en forma dirigida, evitando así exponerse a corticoide oral.
Esteroides tópicos: mediante ungüentos o cremas con esteroides se tratan las erupciones cutáneas.
Fisioterapia: mediante terapia se pueden realizar ejercicios específicos que permiten fortalecer los músculos que rodean las articulaciones afectadas, ya que podrían aumentar la flexibilidad de las articulaciones para disminuir la rigidez.