Actualización al 2020
La artritis reumatoide es una enfermedad autoinmune crónica que ataca las articulaciones inflamándolas y causando daño que se acumula en el tiempo. Puede afectar también otros órganos como el ojo y el pulmón. Habitualmente su curso es progresivo y requiere comenzar un tratamiento precozmente.
La artritis reumatoide afecta entre un 0,5 y 0,8% de la población mundial.
- Articulaciones sensibles a la palpación, calientes e hinchadas.
- Rigidez articular que generalmente empeora por las mañanas y después de la inactividad.
- Cansancio, fiebre y pérdida del apetito.
Se ven afectadas en un inicio las articulaciones más pequeñas, de manos y pies.
La artritis reumatoide se produce cuando el sistema inmunitario ataca al tejido sinovial (revestimiento de las membranas que rodean las articulaciones). La inflamación engrosa el tejido sinovial, que finalmente puede llegar a destruir el cartílago y el hueso dentro de la articulación.
En su origen hay una mezcla entre predisposición genética y factores ambientales, tales como infección y tabaco.
Tratamiento farmacológico: Existen medicamentos antirreumáticos modificadores de la enfermedad que pueden ser muy eficaces para detener el daño y controlar la actividad de la artritis haciendo que el paciente se mantenga asintomático, sin dolor y sin secuelas. Es clave el inicio precoz de la terapia. Corticoides.
Medicamentos antirreumáticos como el Metotrexato, Plaquinol, Leflunomida o Azulfidine.
Agentes biológicos.
Terapia: con terapia ocupacional o fisioterapia se puede enseñar ejercicios para mantener flexibles las articulaciones.