Actualización al 2022
La fibrosis hepática es un proceso patológico caracterizado por la acumulación de tejido cicatricial en el hígado. Este fenómeno ocurre cuando el hígado, ante un daño persistente, inicia un proceso de cicatrización para intentar reparar el tejido. Esto suele ser una respuesta a lesiones crónicas o repetidas.
Aunque el hígado tiene la capacidad de repararse después de un único evento dañino, en situaciones en las que la lesión se repite o es constante, se acumula tejido cicatricial. Esta acumulación afecta directamente el funcionamiento normal del hígado, lo que altera procesos vitales como la síntesis de proteínas, el metabolismo de los nutrientes y la desintoxicación.
La fibrosis hepática es causada principalmente por el daño crónico o repetido en el hígado. Actualmente. la causa más importante es el hígado graso que puede estar asociado a la diabetes mellitus tipo 2, sedentarismo y la obesidad. Otras de las principales causas de la fibrosis hepática incluyen:
● Hepatitis crónica: las infecciones virales crónicas, especialmente la hepatitis B y C, pueden causar inflamación persistente en el hígado, lo que conduce a la fibrosis.
● Consumo excesivo o persistente de alcohol: esto puede provocar inflamación y daño en el hígado, lo que desencadena un proceso de cicatrización.
● Esteatosis hepática o hígado graso: la acumulación de grasa en el hígado producto del sobrepeso, resistencia a la insulina, la falta de ejercicio físico y la alimentación alta en azúcar y carbohidratos, entre otros factores, puede causar inflamación y fibrosis.
● Toxinas y medicamentos: la exposición prolongada a ciertos productos químicos tóxicos o el uso de ciertos medicamentos pueden dañar el hígado y provocar una fibrosis.
● Enfermedades metabólicas: condiciones como la acumulación excesiva de hierro (hemocromatosis), la enfermedad de Wilson (acumulación anormal de cobre) o la enfermedad de almacenamiento de glucógeno pueden contribuir a la fibrosis hepática.
● Obstrucción biliar crónica: problemas que obstruyen el flujo de bilis, como los conductos biliares bloqueados, pueden causar daño hepático y fibrosis.
● Enfermedades hepáticas autoinmunes, como la hepatitis autoinmune o la colangitis biliar primaria.
Existen varios factores de riesgo que aumentan la probabilidad de desarrollar fibrosis hepática. Algunos de los factores más comunes incluyen:
● Obesidad, resistencia a la insulina, diabetes mellitus tipo 2
● Hepatitis crónica B y hepatitis C.
● Algunos medicamentos específicos de uso prolongado
● Enfermedades hepáticas autoinmunes, como la hepatitis autoinmune y la colangitis biliar primaria, entre otros
● Consumo crónico de alcohol
● Problemas metabólicos como hemocromatosis
● Antecedentes familiares de padecer fibrosis o cirrosis hepática
● Edad y sexo: el riesgo de la fibrosis hepática tiende a aumentar con la edad. Además, algunos estudios sugieren que los hombres tienen un mayor riesgo que las mujeres
Es importante destacar que la presencia de uno o más factores de riesgo no garantiza necesariamente el desarrollo de fibrosis hepática. El control oportuno de estos factores y la atención médica frecuente son fundamentales para prevenir y abordar la fibrosis hepática en etapas tempranas.
En las etapas iniciales, la fibrosis hepática no presenta síntomas evidentes. Los síntomas generalmente se manifiestan a medida que la enfermedad progresa a cirrosis, por eso es tan importante consultar al especialista frente a factores de riesgo.
La prevención de la fibrosis hepática implica adoptar hábitos de vida saludables y evitar los factores de riesgo antes mencionados. Aquí hay algunas medidas que pueden ayudar a prevenir la fibrosis hepática:
Siempre es recomendable consultar con un médico especialista para obtener orientación específica.
Esta fibrosis en etapas iniciales es reversible, sin embargo, puede evolucionar a cirrosis y convertirse en una enfermedad progresiva e irreversible. Por otro lado, diversos estudios han demostrado que la fibrosis avanzada (que suele ser asintomática) es factor de riesgo para el desarrollo de cáncer hepático, accidentes cerebrovasculares, infartos cardiacos, y se ha asociado al aumento de la mortalidad general. Es por ello la importancia de que los pacientes consulten al especialista cuando tienen los factores de riesgo antes mencionados.
El diagnóstico de la fibrosis hepática generalmente se realiza mediante una combinación de exámenes de laboratorio e imágenes. Algunos de ellos son:
Los análisis de sangre pueden proporcionar información sobre la función hepática y la presencia de marcadores específicos de fibrosis. Algunos de los marcadores incluyen enzimas hepáticas como la ALT (alanina aminotransferasa) y la AST (aspartato aminotransferasa), así como la medición de la albúmina y la bilirrubina. Existen algunos test específicos fácilmente realizables que permiten sospechar la presencia de fibrosis.
La elastografía por ultrasonido (FibroScan) o resonancia magnética por elastografía son exámenes no invasivos, que proporcionan una estimación de la cantidad de tejido cicatricial presente en el hígado. De esta manera, el FibroScan permite medir o cuantificar el grado de fibrosis hepática y grasa que tiene un paciente, siendo una técnica rápida y reproducible que reemplaza, en muchos casos, la necesidad de la realización de biopsia hepática.
Otros exámenes de imágenes como la ecografía abdominal, la tomografía computarizada (TC) y la resonancia magnética (RM) también pueden ayudar a identificar signos de fibrosis hepática avanzada, así como evaluar la morfología del hígado y detectar posibles complicaciones.
El tratamiento se centra en abordar la causa de la enfermedad y en evitar la progresión del tejido cicatricial en el hígado. El enfoque específico puede variar según la gravedad de la fibrosis y la presencia de otras condiciones médicas. El médico especialista debe indicar cuál es el mejor tratamiento. En casos específicos, pueden existir algunos medicamentos que revierten o retrasan el avance de la fibrosis.
En algunos casos, se pueden usar medicamentos para reducir la inflamación y prevenir la progresión de la fibrosis.
El manejo y control adecuado de condiciones médicas como la diabetes y la hipertensión son importantes para prevenir el daño hepático adicional.
Es fundamental realizar chequeos médicos frecuentes para evaluar la progresión de la fibrosis, ajustar el tratamiento según sea necesario y abordar cualquier cambio en el hígado.
El tratamiento de la fibrosis hepática tiene como objetivo principal detener o ralentizar la progresión del tejido cicatricial en el hígado y tratar la causa subyacente de la enfermedad.
La clave para el éxito en el tratamiento de la fibrosis hepática radica en la identificación temprana y tratamiento oportuno.
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Cuenta con especialistas en hepatología, radiología, cirugía digestiva y hepatobiliar, nutriología, nutrición, diabetología, medicina del deporte, abocados al diagnóstico, tratamiento y seguimiento de diferentes enfermedades que afectan al hígado. Además, en este Programa se acompaña al paciente y se ocupan de revertir enfermedades, evitar su progresión y complicaciones asociadas.
Especialidad dedicada al diagnóstico y tratamiento de enfermedades que afectan al tubo digestivo y sus glándulas anexas. Se ocupa de todas las afecciones del aparato digestivo conformado por el esófago, estómago, hígado, páncreas, intestino delgado, colon y recto.
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