Síntomas
Los primeros síntomas generalmente son episodios intensos de inflamación dolorosa en articulaciones, la mayoría de las veces en los pies, en especial en el primer ortejo (dedo), lo que se conoce como podagra. El sitio inflamado puede tomar una coloración rojiza y subir de temperatura. En un principio, los ataques de gota pueden comenzar por la noche. Los ataques agudos suelen ir seguidos de períodos sin síntomas. Además de afectar las articulaciones, en casos avanzados, los cristales pueden formar nódulos subcutáneos (bajo la piel) conocidos como tofos.
Causas
Se produce cuando se acumula un exceso de ácido úrico, un producto de desecho normal en el cuerpo y debido a esto, se forman depósitos de cristales de urato en forma de aguja en las articulaciones y alrededor de estas. Estos cristales activan el sistema inmune, atrayendo glóbulos blancos que producen inflamación.
El ácido úrico también puede depositarse en las vías urinarias, generando cálculos renales. Lo anterior puede ocurrir por un aumento en la producción de ácido úrico o porque los riñones no pueden eliminarlo correctamente.
Asimismo, la gota se relaciona con la obesidad, hipertensión arterial, dislipidemia y diabetes.
Algunos medicamentos y el consumo excesivo de ciertos alimentos pueden aumentar los niveles de ácido úrico, tales como:
- Mariscos, carnes rojas, y vísceras como el hígado
- Alcohol en exceso, especialmente cerveza
- Bebidas y comidas azucaradas con alto contenido de fructosa
- Aspirina, hidroclorotiazida, ciclosporina, entre otros
Tratamientos
Un reumatólogo puede diagnosticar la gota y confirmar que los síntomas no se deban a algún otro tipo de artritis. El diagnóstico de gota se puede realizar de varias formas:
En los casos en que se presenta en forma de podagra, puede bastar sólo la historia clínica y de niveles de ácido úrico elevados.
En otras formas de presentación, el diagnóstico de certeza se obtiene realizando una punción de líquido de la articulación inflamada y la posterior observación de cristales de ácido úrico al microscopio.
- Mediante pruebas de imágenes más avanzadas.
El tratamiento de la gota incluye un manejo a corto y largo plazo, adaptado para cada paciente.
- Tratamiento de la crisis de gota: destinado a disminuir los síntomas provocados por la inflamación, especialmente el dolor. Se indican medicamentos antiinflamatorios tales como: colchicina, antiinflamatorios no esteroidales (indometacina, naproxeno) o corticoides. Estos medicamentos pueden combinarse y la elección dependerá de las características de cada paciente, tales como enfermedades concomitantes y fármacos de uso habitual. Durante un ataque, se debe dejar en reposo la articulación afectada y aplicar hielo o compresas frías en la articulación afectada.
- Tratamiento para disminuir los niveles de ácido úrico: así además se previene la recurrencia de las crisis y complicaciones. Existen dos aspectos importantes:
- Cambios en el estilo de vida, es decir, mantener un peso saludable, evitar el alcohol y los alimentos ricos en ácido úrico, y mantener buen control de las comorbilidades (hipertensión, dislipidemia, diabetes, etc.).
- En quienes tienen crisis frecuentes, niveles muy altos de ácido úrico en la sangre, tofos o cálculos renales, se pueden indicar medicamentos para reducir los niveles de ácido úrico. El fármaco que más se utiliza es el alopurinol, que actúa bloqueando la producción de ácido úrico. A medida que el paciente toma estos fármacos, debe seguir revisando sus niveles de ácido úrico de forma periódica para ajustar el tratamiento según las metas fijadas.
La Gota es una enfermedad que es de por vida. Sin embargo, evoluciona muy diferente en presencia de tratamiento, con lo que se logra mantener libre de crisis por periodos prolongados. Cumplir con el plan indicado por el reumatólogo es esencial para prevenir los ataques dolorosos de gota y las posibles complicaciones.
Equipo médico
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