Actualización al 2020
La hepatitis A es una infección del hígado que causa inflamación aguda (hepatitis aguda) y en general es autolimitada. Se trasmite principalmente por vía fecal-oral al consumir alimentos o agua contaminados por una persona infectada que las elimina por vía fecal.
La mayoría de los casos son leves y la persona se recupera completamente sin quedar con secuelas ni riesgos futuros. Sin embargo, en algunos casos puede ocasionar una enfermedad que dure algunos meses y raramente produce un daño que afecte el funcionamiento del hígado en poco tiempo (insuficiencia hepática aguda grave) con riesgo de mortalidad.
Los signos y síntomas de la hepatitis A, generalmente, aparecen después de algunas semanas de haberse infectado con el virus. En los niños, suele ser asintomática o tener síntomas inespecíficos sugerentes de un cuadro viral y, en la mayoría de los adultos (70%), puede tener un cuadro de hepatitis con los síntomas que se describen a continuación:
Estos síntomas pueden ser relativamente leves y desaparecer en pocas semanas.
No existen tratamientos específicos para la hepatitis A. Sin embargo, se recomienda manejar los síntomas que más molestias producen al paciente, por ejemplo:
El organismo eliminará el virus de la enfermedad después de un tiempo.
La vacuna es la principal medida de prevención. Se recomienda vacunar a todos los niños a los 18 meses según el calendario nacional de inmunizaciones, esto fue implementado desde el 2018 en Chile. También se recomienda para aquellas personas que no la recibieron o no cuentan con el antecedente de haber tenido hepatitis A, y para viajeros a zonas de mayor frecuencia de la infección (endemia).
El diagnóstico se hace con el cuadro clínico y exámenes de sangre (pruebas hepáticas y serología de hepatitis A). Se requiere hacer seguimiento de la evolución por un médico para definir la resolución y no complicación del cuadro.
Gastroenterólogos
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