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Hidrocefalia

Actualización al 2021

La hidrocefalia es una condición médica en la cual hay una acumulación anormal de líquido cefalorraquídeo (LCR) en el cerebro, el cual es un líquido claro que circula alrededor del cerebro y la médula espinal, para protegerlos de lesiones y eliminar productos de desecho. Normalmente, este líquido es absorbido por el torrente sanguíneo después de cumplir su función.

Sin embargo, en la hidrocefalia, este equilibrio se ve alterado debido a una obstrucción en la circulación del LCR, un defecto en su absorción o una sobreproducción. Como resultado, el líquido se acumula en los ventrículos cerebrales (las cavidades del cerebro que contienen el LCR), y ejerce presión sobre el tejido cerebral. Esta presión puede causar daño cerebral, lo que puede llevar a una amplia gama de síntomas.

¿Qué tipos de hidrocefalia hay y cuáles son sus causas?

  • Hidrocefalia congénita: se presenta al nacer y ocurre por problemas genéticos o que ocurren en el desarrollo del feto durante el embarazo. El signo más visible de esta patología corresponde al tamaño de la cabeza.
  • Hidrocefalia adquirida: puede afectar a personas de cualquier edad y puede ocurrir por traumatismos en la cabeza, tumores, infecciones, derrames y hemorragia cerebrales. 

En Clínica Universidad de los Andes contamos con el único Centro de Neurociencias del sector oriente de Santiago, que cuenta con médicos especialistas en diferentes áreas como la Neurocirugía, y está orientado al tratamiento de diversas patologías, desde un enfoque multidisciplinario.

¿Cuáles son los factores de riesgo de desarrollar hidrocefalia?

Los factores de riesgo de desarrollar hidrocefalia pueden variar según la causa subyacente de la condición. Algunos de los factores de riesgo más comunes son:

  • Malformaciones congénitas: algunas anomalías congénitas del sistema nervioso central como la espina bífida u otras alteraciones del cerebro o de la médula espinal.
  • Hemorragias intraventriculares: en los recién nacidos prematuros, especialmente aquellos con bajo peso al nacer, las hemorragias en los ventrículos cerebrales pueden aumentar el riesgo.
  • Infecciones intrauterinas: se trata de infecciones virales o bacterianas que afectan al feto durante el embarazo, como la toxoplasmosis, la rubéola, la citomegalovirus o la infección por herpes.
  • Lesiones en la cabeza: traumatismos craneoencefálicos graves, como los causados por accidentes automovilísticos o lesiones deportivas, pueden provocar obstrucciones en la circulación del líquido cefalorraquídeo.
  • Infecciones del sistema nervioso central: meningitis o encefalitis pueden causar inflamación y bloqueo en la circulación del líquido cefalorraquídeo.
  • Tumores cerebrales: estos pueden bloquear el flujo normal del líquido cefalorraquídeo, lo que lleva a la acumulación y aumenta el riesgo de hidrocefalia.

¿Cuáles son los síntomas?

Los síntomas de la hidrocefalia pueden variar según la edad del paciente, la gravedad de la condición y la rapidez con la que se desarrolla.

Los síntomas más comunes pueden incluir:

  • Dolor de cabeza: es de los más habituales, especialmente en adultos. Puede ser intenso y empeorar por la mañana o al cambiar de posición.
  • Náuseas y vómitos: pueden ocurrir debido a la presión ejercida por el líquido cefalorraquídeo acumulado en el cerebro.
  • Problemas de visión: la hidrocefalia puede afectar los nervios ópticos, lo que resulta en visión borrosa, doble visión o dificultad para enfocar los ojos.
  • Cambios en la marcha y la coordinación: la presión en áreas del cerebro que controlan la coordinación y el equilibrio puede provocar problemas al caminar, como tropiezos o dificultad para mantener el equilibrio.
  • Problemas cognitivos: en casos graves, la hidrocefalia puede causar deterioro cognitivo, dificultades de concentración, pérdida de memoria y cambios en la personalidad.
  • Incontinencia urinaria: alteraciones en los nervios que controlan la vejiga, lo que resulta en dificultad para controlar la micción.
  • Letargo o somnolencia: estos síntomas se producen debido al aumento de la presión en el cerebro.

Además, en los lactantes y niños pequeños, los síntomas pueden ser diferentes y pueden incluir una cabeza anormalmente grande, separación de las suturas del cráneo, abultamiento de las fontanelas (puntos blandos en el cráneo), irritabilidad y vómitos.

¿Cómo se puede prevenir?

La hidrocefalia no se puede prevenir en la mayoría de los casos, especialmente cuando está relacionada con factores genéticos, malformaciones congénitas o condiciones médicas adquiridas, como lesiones cerebrales traumáticas, infecciones o tumores.

Sin embargo, en algunos casos, se pueden tomar medidas para reducir el riesgo de ciertas condiciones médicas que podrían conducir a la hidrocefalia. Algunas formas en las que se puede reducir el riesgo son:

  • Control prenatal: durante el embarazo, es importante recibir atención médica adecuada para detectar y tratar cualquier problema de salud que pueda afectar al feto, como infecciones o anomalías congénitas.
  • Vacunación: mantener las vacunas al día puede prevenir infecciones virales como la rubeola y el citomegalovirus, que se han asociado con un mayor riesgo de hidrocefalia congénita.
  • Prevención de lesiones: esto implica usar cinturones de seguridad en automóviles, cascos durante actividades deportivas y evitar caídas.
  • Tratamiento temprano de infecciones.
  • Control de enfermedades crónicas: esto se traduce en mantener bajo control enfermedades crónicas como la hipertensión arterial, la diabetes y otras afecciones médicas.

¿Cómo se diagnostica?

La hidrocefalia se diagnostica mediante una combinación de evaluación clínica, pruebas de imagen y, en algunos casos, procedimientos adicionales.

  • Evaluación clínica: el médico realiza una historia clínica detallada y lleva a cabo un examen físico completo para detectar signos como agrandamiento de la cabeza (especialmente en bebés y niños), fontanelas abultadas (puntos blandos en el cráneo), cambios en el estado mental, problemas de visión, coordinación deficiente y otros síntomas que puedan sugerir hidrocefalia.
  • Pruebas de imagen: estas incluyen ecografía cerebral para evaluar la estructura del cerebro y detectar la presencia de líquido cefalorraquídeo en los ventrículos cerebrales; y resonancia magnética o TAC para obtener imágenes detalladas del cerebro y los ventrículos
  • Presión intracraneal (PIC): en algunos casos, especialmente cuando se sospecha una hidrocefalia grave o cuando hay signos de aumento de la presión intracraneal, el médico puede ordenar una medición directa de la presión dentro del cráneo. Esto puede realizarse como parte de una punción lumbar o durante una cirugía.
  • Pruebas adicionales: en algunos casos pueden ser necesarios análisis de sangre, estudios genéticos, evaluaciones neuropsicológicas u otros procedimientos diagnósticos específicos.

¿Cuál es el tratamiento?

El tratamiento de la hidrocefalia depende de varios factores que incluyen la causa subyacente, la gravedad de la condición, y la edad y estado de salud del paciente. Las opciones más comunes son:

  • Derivación de líquido cefalorraquídeo (shunt): involucra la inserción de un tubo delgado (shunt) en el cerebro para drenar el exceso de líquido cefalorraquídeo hacia otra parte del cuerpo, generalmente hacia el abdomen, donde puede ser absorbido por el torrente sanguíneo. Hay diferentes tipos de derivaciones: ventriculoperitoneal (VP), ventriculoatrial (VA) o ventriculopleural (VPL), y la elección depende de la situación específica del paciente.
  • Endoscopía: en algunos casos, especialmente en bebés y niños pequeños, puede ser posible realizar una endoscopía para crear un nuevo conducto para drenar el líquido cefalorraquídeo o para tratar la obstrucción existente sin necesidad de colocar una derivación permanente.
  • Cirugía para tratar la causa subyacente: si la hidrocefalia es causada por una obstrucción, como un tumor o una malformación, puede ser necesario realizar una cirugía para tratar la causa subyacente y restaurar el flujo normal del líquido cefalorraquídeo.
  • Manejo de síntomas: puede ser necesario tratar los síntomas relacionados, como dolor de cabeza, problemas de visión, dificultades cognitivas o problemas de coordinación, con medicamentos u otras terapias.
  • Seguimiento y ajustes: después del tratamiento inicial, es importante realizar un seguimiento regular con el médico para monitorear la función del shunt, detectar posibles complicaciones y ajustar el tratamiento según sea necesario.

¿Dónde lo tratamos?

Centro de Neurociencias

Somos la única Clínica del sector oriente de Santiago con un Centro de Neurociencias, el que cuenta con la capacidad resolutiva y los más altos estándares de calidad, manteniendo siempre el foco en el paciente y su familia. Nuestro centro aborda las áreas de Neurología y Neurocirugía, destacando el trabajo de un equipo multidisciplinario altamente capacitado y el tratamiento de múltiples patologías neurológicas, además de la realización de cirugías de alta complejidad de enfermedades como Parkinson y epilepsia. Asimismo, somos el único centro de salud en Chile que efectúa la cirugía fetal endoscópica para la corrección de espina bífida, para el servicio público y privado.

Acompañamos al paciente y su familia desde un comienzo, durante todo el proceso de diagnóstico, exámenes, tratamientos y cirugías, en caso de ser necesario. Siempre analizando caso a caso en conjunto, con el fin de obtener una visión integral y resolución para el problema de salud de cada paciente.

También somos un importante espacio de formación y docencia para los médicos internos y becados del área, quienes tienen la oportunidad de aprender y acompañar a los mejores especialistas en neurología y neurocirugía.

Neurocirugía

La neurocirugía es una especialidad de alta complejidad dedicada al diagnóstico y tratamiento de enfermedades del cerebro, de la columna vertebral y de la médula espinal que padecen adultos y niños, y que requieren de una resolución quirúrgica.

El equipo está compuesto por especialistas con una reconocida trayectoria y altamente capacitados, quienes realizan una atención de primer nivel, integral y a la medida, con un equipamiento de última generación, que permite mejorar la calidad de vida a muchos pacientes.

Para lograr este objetivo, el grupo de neurocirujanos trabaja en forma multidisciplinaria con otras áreas como neurología, medicina interna, pediatría, neonatología y radiología. También con distintas unidades como Paciente Critico de Adultos y Pediátrico, entre otras.

Equipo médico

Dr. Felipe Moyano Pérez

Neurocirugía Adultos y Pediátrico - Cirugía Fetal - Cirugía de Columna - Tumores Cerebrales y Medulares

Dr. Hernán Acevedo Gallardo

Neurocirugía Adultos - Cirugía de Epilepsia Vascular y Base de Cráneo - Tumores Cerebrales y Medulares - Neurooncología

Dr. Luis Enrique Contreras Seitz

Neurocirugía Vascular - Neurocirugía Endovascular - Tumores cerebrales - Cirugía de Neuralgia del Trigémino

Dr. André Fassler Rebon

Neurocirugía Funcional - Cirugía del Parkinson - Radiocirugía - Tumores Cerebrales y Medulares - Cirugía de Columna

Dr. Humberto Gutiérrez Romero

Neurocirugía Adultos - Cirugía Vascular y Base de Cráneo - Tumores Cerebrales y Medulares - Cirugía de Columna

Dr. Marcelo Parra Bustamante

Cirugía de Columna - Neurocirugía de Columna y Médula espinal

Dr. Francisco Silva Donoso

Neurocirugía Adultos - Tumores Cerebrales y Medulares - Neurocirugía Funcional - Radiocirugía - Cirugía del Parkinson

Dr. Juan Carlos Zamora Joglar

Neurocirugía Adultos - Neurorradiología Intervencional

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