Actualización al 2020
La tos ferina o tos convulsiva es una enfermedad de las vías respiratorias muy contagiosa que se caracteriza por la inflamación traqueobronquial, ataques de tos violenta y seca seguida de sonidos agudos al inhalar que parecen chillidos. Estos ataques de tos pueden ser tan fuertes que, en ocasiones, producen apneas (pausas respiratorias graves), vómitos, dificultad para respirar o alimentarse y pequeñas hemorragias en los ojos.
Esta enfermedad respiratoria puede afectar a niños y adultos. Sin embargo, puede ser más agresiva en menores, sobre todo antes del primer año de vida, en que no cuentan con todas sus vacunas.
Para prevenir la tos ferina se administra la vacuna hexavalente en los niños y niñas en los primeros meses de vida (2, 4, 6 y 18 meses), y en primero y octavo básico con una vacuna Tdpa. Sin embargo, la protección a los lactantes se alcanza después de la tercera dosis, es decir, a partir de los 8 meses de vida.
Entre las semanas 28 y 36 de embarazo, las mujeres también deben colocarse una vacuna para maximizar la respuesta de anticuerpos y la transferencia al feto, disminuyendo en un 85% la incidencia de tos ferina.
La tos ferina tiene un tiempo de incubación aproximado de 21 días en donde no se presentan síntomas. Posterior a este período se presenta tos leve y secreción nasal, similar a la de un resfrío. Sin embargo, entre los 7 y 10 días, aparecen ataques de tos que pueden provocar vómitos, volver el rostro enrojecido o azulado y causar fatiga extrema.
Otros síntomas pueden incluir:
Ojos enrojecidos o llorosos.
Fiebre.
Apneas o pausas respiratorias graves en menores de 6 meses.
En niños se puede producir neumonía y, en casos graves, puede causar la muerte por insuficiencia respiratoria.
La causa de la tos ferina o tos convulsiva es una bacteria denominada Bordetella pertussis, que provoca una infección respiratoria. La tos ferina se contrae cuando una persona infectada tose o estornuda, esparciendo gotitas llenas de bacterias en el aire, las que, al ser inhaladas, llegan a los pulmones de las personas que están cerca.
La Unidad de Pediatría de Clínica Universidad de los Andes cuenta con personal médico, de enfermería y técnicos paramédicos altamente capacitados y con la más moderna tecnología para tratar las patologías que podrían afectar a nuestros pacientes.
El diagnóstico de la tos ferina se realiza por medio de un PCR por hisopado nasofaríngeo, un análisis de sangre o una radiografía de tórax, ya que los síntomas podrían confundirse con otras enfermedades respiratorias.
El tratamiento consiste en la ingesta de antibióticos como la eritromicina o la claritromicina, que matan las bacterias que causan la tos ferina. Estos antibióticos tienen un mayor efecto cuando la infección es diagnosticada temprano, pudiendo prevenir el contagio y disminuir los síntomas.
En ocasiones, por los ataques de tos, los pacientes no pueden alimentarse bien, por lo que se administra líquido de manera intravenosa para garantizar el correcto estado de hidratación y nutrición.
En lactantes de entre 3 y 6 meses de edad, debido a la infección, se producen apneas repetidas y en otros casos graves problemas respiratorios como neumonía. Es por esto por lo que, en ocasiones, es necesario hospitalizar al menor para realizar un monitoreo constante en la respiración.
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