Actualización al 2020
El 80% del total de los pacientes tienen compromiso pulmonar.
La tuberculosis es una infección causada por la bacteria Mycobacterium tuberculosis, o Bacilo de Koch, que se transmite por vía respiratoria a través de la inhalación de secreciones producidas al toser, estornudar o mediante la saliva de una persona enferma de tuberculosis. Cuando se inhalan estas bacterias, podrían quedar alojadas en los pulmones y comenzar a multiplicarse.
Si la tuberculosis no es tratada de manera oportuna y adecuada, podría causar daños permanentes en los pulmones o incluso la muerte. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), cada día mueren alrededor de 4.500 personas y 30.000 se infectan a diario.
La tuberculosis puede afectar cualquier órgano, sin embargo, el 80% del total de los pacientes tienen compromiso pulmonar.
Hay dos tipos de tuberculosis:
Tuberculosis latente: aproximadamente dos mil millones de personas la padecen y, en estos casos, la bacteria permanece en el organismo en estado inactivo y no presenta síntomas. Además, no es contagiosa. Sin embargo, el tratamiento adecuado es importante para que no se active la bacteria.
Tuberculosis activa: se presentan síntomas y es altamente contagiosa. El tiempo de activación puede variar desde semanas a años.
Los principales síntomas de la tuberculosis son:
Cabe destacar que algunos síntomas de la tuberculosis varían según el órgano del cuerpo humano afectado.
La tuberculosis es una infección causada por la bacteria Mycobacterium tuberculosis o Bacilo de Koch y se trasmite por la inhalación de microgotas provenientes de la tos o el estornudo de una persona enferma de tuberculosis. Frente a esta patología, los adultos mayores, personas inmunodeprimidas o malnutridas y trabajadores de la salud tienen más riesgo de contraer tuberculosis.
Contamos con un equipo multidisciplinario de expertos enfocados en entregar un diagnóstico certero para tratar y recuperar a nuestros pacientes de la tuberculosis.
En Chile, se administra a los recién nacidos una vacuna (BGC) que tiene una eficacia moderada en reducir la enfermedad. Si bien no evita contraer la bacteria, sí disminuye la posibilidad de progresión clínica.
Si hay sospechas de padecer tuberculosis o el paciente ha estado en contacto con una persona infectada, el médico recomendará un análisis de sangre para confirmar o descartar una tuberculosis activa o latente. También podría recomendar una radiografía torácica o tomar una muestra de esputo.
El tratamiento para la tuberculosis consiste en la administración de antibióticos por dos meses en forma diaria y luego, por cuatro meses, de manera trisemanal. Si bien es un manejo efectivo, podría presentar resistencia en pacientes que no siguen el tratamiento de forma correcta, en drogadictos o quienes tienen VIH.