Actualización al 2023
La insuficiencia venosa crónica -también conocida como várices o venas varicosas- son venas hinchadas a causa de una acumulación anormal de sangre debido a un aumento de la presión venosa secundaria a una insuficiencia valvular de las venas superficiales. Esto hace que las venas se ensanchen y se dilaten, de manera que la sangre se acumula fácilmente cuando una persona permanece de pie estática o sentada durante mucho tiempo.
Las venas tienen válvulas en su interior que crean compartimentos que ayudan a mantener la sangre fluyendo en dirección al corazón. Cuando estas válvulas están débiles o dañadas, la sangre puede detenerse y caer por el sentido de la gravedad, acumulándose al nivel del tobillo, lo que produce un aumento de la presión venosa y una dilatación de las venas superficiales de la piel.
El aumento de la presión en las venas produce várices cada vez más grandes (de mayor número y tamaño) y, a su vez, la presión sostenida en el tiempo (a través de los años) lleva a que algunos elementos de la sangre salgan fuera de los vasos sanguíneos y se depositen debajo de la piel, tornándose de un color café oscuro (lipodermatoesclerosis). En esta piel que es muy frágil se producen heridas casi sin mayor traumatismo, conocidas como úlceras venosas.
Las várices son el desorden circulatorio más frecuente, afectan a entre el 20 y 30% de la población adulta y está presente 5 veces más en mujeres que en hombres. Si bien se da habitualmente en las venas de las piernas, también pueden afectar al esófago, la región anal, la vulva o los testículos.
El 40% de las mujeres tiene várices a los 40 años y el 40% de los hombres a los 60 años.
Las venas varicosas pueden no causar dolor. Los siguientes son algunos signos de las várices:
Las contracciones musculares en la parte inferior de las piernas actúan como bombas, y las paredes elásticas de las venas ayudan a que la sangre regrese al corazón.
Las pequeñas válvulas de las venas se abren a medida que la sangre fluye hacia el corazón, y luego se cierran para impedir que la sangre retroceda. Si las válvulas están débiles o dañadas, la sangre puede retroceder y acumularse en las venas, y hacer que estas se dilaten o retuerzan.
Entre las principales causas de la aparición de várices destacan tres:
También existen algunos factores que pueden aumentar el riesgo de tener venas varicosas:
El tratamiento consiste en bajar la presión venosa y para eso existen dos métodos muy efectivos:
Uso de soporte elástico: medias que comprimen el tobillo y ayudan al retorno venoso
Cirugía.
El tratamiento farmacológico de las várices está enfocado a aliviar los síntomas y evitar que el trastorno empeore. Algunos fármacos venotónicos que se administran por vía oral resultan eficaces para disminuir los síntomas, no así la hipertensión venosa.
Dr. Lucien Chassin-Trubert Contreras
Dr. Albrecht Helmut Kramer Schumacher