Cómo fortalecer el sistema inmunitario a través de la alimentación
El sistema inmunológico es una compleja red de órganos, células y tejidos, cuya misión es ayudar al cuerpo a combatir infecciones y enfermedades.
Para lograrlo, el sistema vigila y detecta lo que pueda hacer daño al organismo, como virus, bacterias u otros agentes, y una vez que los reconoce, activa un mecanismo de respuesta para atacarlo.
Este sistema va madurando a lo largo de la vida, al tener contacto con agentes infecciosos, lo que permite crear un repertorio, llamado ‘memoria inmunológica’.
“Cuando tenemos la primera infección, hacemos un cuadro clínico con síntomas marcados, pero al enfrentarnos por segunda vez a ese agente, y ya estando protegidos, no desarrollamos la enfermedad o el cuadro clínico es mucho menor”, explica la Dra. Ana María Gallardo, inmunóloga de Clínica Universidad de los Andes.
“Esto es lo que conocemos como inmunidad adaptativa, que es específica para determinado agente y es una respuesta más poderosa y especializada que se va desarrollado con los años”, enfatiza la especialista.
Nutrición: clave para mantener un sistema inmunológico saludable
Son muchos los estudios que demuestran que una dieta equilibrada refuerza el sistema inmunológico.
Un consumo regular de lácteos (preferentemente descremados) contribuye a aumentar las defensas inmunológicas. Estudios demuestran que quienes consumen estos alimentos de forma constante presentan un mejor estado del sistema inmunitario además de una mayor resistencia a intoxicaciones alimentarias. De esta forma, los lácteos se deben consumir como mínimo en dos raciones diarias.
La proteína debe aportarse, preferiblemente, a través de carnes blancas, como pollo, pavo y pescado, así como de legumbres.
Una dieta baja en grasas también favorece la salud del sistema inmunitario. Pero no solo es importante la cantidad, sino también la calidad de estas grasas. Conviene incluir en la dieta pescado, frutos secos, aceite de oliva, girasol, soja o linaza para asegurar un aporte equilibrado de diferentes grasas esenciales para la salud.
También se debe cuidar que la alimentación sea en las porciones adecuadas. El aporte de energía debe ser el correcto: ni por encima ni por debajo de las recomendaciones. Por ejemplo, una dieta excesiva en hidratos de carbono (azúcares, masas) afecta a la capacidad del sistema inmunológico de combatir infecciones, puesto que la obesidad está ligada a una mayor incidencia de este tipo de enfermedades.
Por el contrario, la función inmunológica también se ve alterada en personas que ingieren menos de 1.200 kcal o dietas desequilibradas.
A la alimentación se debe sumar el consumo diario de dos litros de líquidos (en adulto), ya sea agua o infusiones de hierbas, porque estar bien hidratado es beneficioso para el funcionamiento del organismo. Se aconseja tomar líquidos antes de sentir sed, porque este reflejo significa que ya se está deshidratado.
En cuanto a cómo saber si nuestro sistema inmune está sano, la Dra. Gallardo asegura que “es esperable tener un par de infecciones al año, pero quienes se enferman muchas veces o muy gravemente, deberían hacerse una evaluación con un especialista, porque puede tratarse de una inmunodeficiencia congénita o de factores externos secundarios, como déficit nutricional, medicamentos, estrés, entre otros”.