Alto consumo de bebidas energéticas es negativo para la salud
El consumo de bebidas energéticas ha crecido exponencialmente los últimos 20 años. Alrededor de dos de cada tres consumidores tienen entre 13 y 35 años, siendo el segundo suplemento dietario consumido por personas jóvenes.
Existen dos tipos de bebidas energéticas que se utilizan para fines diferentes:
Isotónicas o deportivas: fueron diseñadas para reemplazar la pérdida de agua, electrolitos y energía en los periodos de ejercicio o entrenamiento. Están compuestas de agua, hidratos de carbono simples (fructosa, glucosa, sacarosa) y complejos (almidón y maltosa), además de minerales como sodio, potasio, magnesio, calcio, cloruros y fosfatos.
Estimulantes: son aquellas promocionadas para aumentar la energía física y mental, disminuyendo la fatiga o cansancio, confundiendo al cuerpo y al sistema nervioso. Están compuestas de agua, altos niveles de azúcar o derivados procesados -como jarabe de maíz alto en fructosa- y altos niveles de cafeína, además de vitaminas, minerales y estimulantes no nutritivos, tales como guaraná, taurina y ginseng, entre otros.
Así como sus ingredientes son diferentes, también son distintos los problemas de salud que puede generar el consumo excesivo de ambas bebidas.
Principales riesgos de las bebidas isotónicas o deportivas
Por su composición, no deben ser sustitutivas del agua. El porcentaje de sales minerales que contienen puede ser dañino para el normal funcionamiento del cuerpo, en particular, de los riñones, el sistema cardiovascular y la homeostasis metabólica.
Un impacto negativo en el rendimiento deportivo se produce con un nivel de ejercicio tal que genere deshidratación mayor al 2% del peso corporal. Por lo tanto, "para que esta bebida tenga utilidad, habría que realizar una actividad física con un nivel de intensidad, al menos, moderado durante más de una hora. Si el ejercicio es suave, solo aumentarán la concentración de minerales en la sangre", explica la Dra. Lorena Salinas, nutrióloga y diabetóloga de Clínica Universidad de los Andes.
Tanto en el caso de los niños y adolescentes -que pierden menos sales minerales durante la sudoración en comparación con jóvenes y adultos- como en los adultos mayores, consumir estas bebidas puede aumentar eventos agudos cardiovasculares como arritmias y producir hipertensión arterial. Por otro lado, estas bebidas contienen azúcares de absorción rápida y pueden incrementar el riesgo de padecer obesidad y sobrepeso, además de dañar la salud dental, provocando caries.
"A la hora de practicar deporte en una intensidad moderada a leve, recomiendo tomar agua y recurrir a frutas para reponer el agua y la energía perdidas, ya que al consumir con las bebidas isotónicas más minerales de los perdidos, puede aumentar el riesgo de sufrir enfermedad renal o incluso arritmias cardíacas", enfatiza la Dra. Salinas.
¿Y qué pasa con las bebidas energéticas?
Están preparadas con una serie de sustancias combinadas, las que pueden generar una hiperestimulación del sistema nervioso, provocando signos como alerta, excitación, insomnio y ansiedad, entre otros.
En combinación con alcohol, pueden poner en peligro la salud: “Cuando se mezclan, se puede dar hipertensión, arritmias cardíacas y, si existe un consumo excesivo, se podría llegar a presentar convulsiones, infartos y accidentes cerebrovasculares. En algunos casos, incluso, se ha visto mayor asociación con riesgo suicida”, enfatiza la Dra. Salinas.
En bajas dosis, pueden causar:
- Dolor de cabeza, estómago o pecho
- Diarrea
- Mareos
- Dificultad para dormir
- Deshidratación
- Mayor asociación a conductas de riesgo (consumo alcohol, drogas, entre otros)
El consumo repetido y frecuente, en tanto, puede conducir a problemas de salud a largo plazo, los cuales incluyen:
- Alteraciones del ritmo cardíaco
- Adicción
- Síntomas de abstinencia
- Hipertensión arterial
- Ansiedad
“Las bebidas energéticas son alimentos altamente procesados y contienen elevados niveles de sus componentes que sobrepasan los recomendados actualmente. No deben ser consumidos como fuente de salud y energía, al contrario, pueden generar efectos nocivos. Las personas deben buscar un mayor nivel de energía y bienestar a través de una alimentación equilibrada y saludable, un sueño reparador y un nivel de actividad física y ejercicio”, concluye la especialista.