Celos por la llegada de un nuevo hermanito
Es normal que un niño se sienta amenazado cuando “otro” viene a disputarle el cariño de los padres. Sin embargo, hay que estar alertas.
¿Es común que los niños sientan celos por la llegada de un hermanito?
“Es más que común, es hasta esperable. Es una conducta adaptativa ante una situación nueva de amenaza. Ellos sienten que hay otro ser que viene a competir directamente con el cariño y atenciones de los padres, por lo que es muy normal que sientan celos”.
¿Cómo se manifiestan estos celos?
Va a depender de la edad del niño: en los pre-escolares (2 a 5 años) pueden aumentar las conductas de opisicionismo, hacer más pataletas, ponerse desobedientes, más irritables. Pueden estar presentes las conductas regresivas a cualquier edad, niños que ya habían logrado un buen control de esfínter, dormir y comer solos, comienzan a orinarse, querer dormir con los padres, chuparse el dedo, hacerse la guagua, etc.
En los escolares (6-11 años), las manifestaciones pueden ir desde molestias físicas a un trastorno psiquiátrico propiamente tal.
¿Estas molestias físicas son inventadas por los niños?
El cuerpo somatiza con mayor frecuencia en los niños, ya que no siempre tienen la capacidad de verbalizar lo que les pasa. Hay dolores de cabeza, dolores abdominales, náuseas, vómitos, diarrea. También se pueden ver afectados en lo social, se ponen más retraídos o más conflictivos, en el colegio puede haber baja en el rendimiento, en la conducta pueden estar más agresivos, peleadores, o más temerosos o ansiosos de separarse de la madre.
También es posible que logren decir que "odian a la guagua", "todo estaba bien hasta que llegó", es muy llorona, no me gusta", "nunca tienes tiempo para mí"... Y eso es bueno porque permite sacar fuera las emociones. Siempre es mejor que el niño se enoje, llore, grite sacando su rabia, pena, sensación de abandono y/o injusticia, antes que guardarse todo y comenzar a configurar un trastorno adaptativo, en el cual los síntomas son más intensos en frecuencia e intensidad y a veces es necesario tratarlos, ya que comienzan a ser disfuncionales.
¿Qué deben hacer los padres?
Dejar que se expresen y ayudarlos en eso. "Se siente raro, feo, mal... Es muy normal sentir eso, esta guagua es llorona y cansa un poco..." Tratar de interpretar y poner en palabras lo que están sintiendo; adelantarle a los cambios que sucederán, anticiparse a cómo se va a sentir y estar atentos a sus conductas.
También ayuda el Incorporarlos en las actividades con el bebé, como ayudar a los padres a cambiar los pañales, darle la comida, pasearlo, que se sienta parte de la dinámica.
Y si la llegada del nuevo hermano coincide con el momento en que corresponde quitarle los pañales, es preferible esperar un tiempo y hacerlo unos meses después, ya que dos cambios al mismo tiempo puede hacer que aumenten sus conductas desadaptativas.
Aunque se trata de algo normal, ¿hay casos en los que se recomiende consultar a un especialista?
Se debe consultar a un especialista si los desajustes son muy severos, los padres se sienten sobrepasados y se afecta mucho la dinámica familiar.
“Es más que común, es hasta esperable. Es una conducta adaptativa ante una situación nueva de amenaza. Ellos sienten que hay otro ser que viene a competir directamente con el cariño y atenciones de los padres, por lo que es muy normal que sientan celos”.
¿Cómo se manifiestan estos celos?
Va a depender de la edad del niño: en los pre-escolares (2 a 5 años) pueden aumentar las conductas de opisicionismo, hacer más pataletas, ponerse desobedientes, más irritables. Pueden estar presentes las conductas regresivas a cualquier edad, niños que ya habían logrado un buen control de esfínter, dormir y comer solos, comienzan a orinarse, querer dormir con los padres, chuparse el dedo, hacerse la guagua, etc.
En los escolares (6-11 años), las manifestaciones pueden ir desde molestias físicas a un trastorno psiquiátrico propiamente tal.
¿Estas molestias físicas son inventadas por los niños?
El cuerpo somatiza con mayor frecuencia en los niños, ya que no siempre tienen la capacidad de verbalizar lo que les pasa. Hay dolores de cabeza, dolores abdominales, náuseas, vómitos, diarrea. También se pueden ver afectados en lo social, se ponen más retraídos o más conflictivos, en el colegio puede haber baja en el rendimiento, en la conducta pueden estar más agresivos, peleadores, o más temerosos o ansiosos de separarse de la madre.
También es posible que logren decir que "odian a la guagua", "todo estaba bien hasta que llegó", es muy llorona, no me gusta", "nunca tienes tiempo para mí"... Y eso es bueno porque permite sacar fuera las emociones. Siempre es mejor que el niño se enoje, llore, grite sacando su rabia, pena, sensación de abandono y/o injusticia, antes que guardarse todo y comenzar a configurar un trastorno adaptativo, en el cual los síntomas son más intensos en frecuencia e intensidad y a veces es necesario tratarlos, ya que comienzan a ser disfuncionales.
¿Qué deben hacer los padres?
Dejar que se expresen y ayudarlos en eso. "Se siente raro, feo, mal... Es muy normal sentir eso, esta guagua es llorona y cansa un poco..." Tratar de interpretar y poner en palabras lo que están sintiendo; adelantarle a los cambios que sucederán, anticiparse a cómo se va a sentir y estar atentos a sus conductas.
También ayuda el Incorporarlos en las actividades con el bebé, como ayudar a los padres a cambiar los pañales, darle la comida, pasearlo, que se sienta parte de la dinámica.
Y si la llegada del nuevo hermano coincide con el momento en que corresponde quitarle los pañales, es preferible esperar un tiempo y hacerlo unos meses después, ya que dos cambios al mismo tiempo puede hacer que aumenten sus conductas desadaptativas.
Aunque se trata de algo normal, ¿hay casos en los que se recomiende consultar a un especialista?
Se debe consultar a un especialista si los desajustes son muy severos, los padres se sienten sobrepasados y se afecta mucho la dinámica familiar.