Ciclos menstruales
Si bien son variables en algunas mujeres, es importante conocer a qué señales estar alerta.
El ciclo menstrual es algo común en todas las mujeres, y conocer de qué se trata es fundamental. Lo más importante de este proceso es la ovulación, donde el folículo ovárico se rompe y libera un óvulo maduro para su fecundación.
En este proceso se pueden distinguir cuatro etapas: la menstruación, la fase folicular, la ovulatoria y la fase lútea. La primera dura aproximadamente tres a cinco días. La segunda se identifica al terminar la menstruación y es donde se desarrollan los folículos que se alojan en el óvulo. En esta fase, hay un aumento gradual de los estrógenos. La etapa ovulatoria, se caracteriza por la ruptura folicular y la liberación del óvulo, adecuadamente preparado para ser fecundado. Por último, la fase lútea, comienza tras la ovulación y termina cuando llega la siguiente regla.
Con respecto a la duración de los ciclos, el Dr. José Antonio Arraztoa, ginecólogo de Clínica Universidad de los Andes, señala que “oscila entre los 25 y 35 días. Es importante tener en cuenta que no todas las mujeres son iguales, por lo tanto, no deben exigirse por tener una ciclidad tan estricta. Existe una variabilidad que es normal y que se puede tolerar”.
Otro aspecto que hay que tener en cuenta es que el comportamiento de los ciclos va cambiando con el paso del tiempo. “En general, los primeros cinco años de menstruación son más irregulares porque está madurando el sistema endocrino, por lo tanto, no es raro ver a jóvenes con desfases en sus ciclos y no significa precisamente que existe una enfermedad. Esta irregularidad inicial es especialmente frecuente los primeros 2 años. Posteriormente se regula, y desde los 20 hasta los 35 años, son más propensas a tener una ciclidad más estable. Cuando se acercan al final de su vida reproductiva, tienen una variabilidad mayor, donde los ciclos pueden acortarse o alargarse”, enfatiza el especialista.
Existen dos signos que son importantes de reconocer: la oligomenorrea, que es cuando la menstruación se genera con ciclos alejados, más de cada 35 días, y la polimenorrea, definida por menstruaciones más frecuentes que lo normal, que significa un intervalo menor a 25 días.
“La menstruación es un signo de vitalidad. Es como la presión arterial. Si hay una frecuencia normal es sinónimo que está todo bien. Por el contrario, si existen cambios consistentes en el tiempo, es recomendable consultar a un especialista para estudiar qué es lo que está pasando e indicar el tratamiento más indicado”, sostiene el médico.
Estar alertas a las señales que tenemos es vital para un buen diagnóstico.
En este proceso se pueden distinguir cuatro etapas: la menstruación, la fase folicular, la ovulatoria y la fase lútea. La primera dura aproximadamente tres a cinco días. La segunda se identifica al terminar la menstruación y es donde se desarrollan los folículos que se alojan en el óvulo. En esta fase, hay un aumento gradual de los estrógenos. La etapa ovulatoria, se caracteriza por la ruptura folicular y la liberación del óvulo, adecuadamente preparado para ser fecundado. Por último, la fase lútea, comienza tras la ovulación y termina cuando llega la siguiente regla.
Con respecto a la duración de los ciclos, el Dr. José Antonio Arraztoa, ginecólogo de Clínica Universidad de los Andes, señala que “oscila entre los 25 y 35 días. Es importante tener en cuenta que no todas las mujeres son iguales, por lo tanto, no deben exigirse por tener una ciclidad tan estricta. Existe una variabilidad que es normal y que se puede tolerar”.
Otro aspecto que hay que tener en cuenta es que el comportamiento de los ciclos va cambiando con el paso del tiempo. “En general, los primeros cinco años de menstruación son más irregulares porque está madurando el sistema endocrino, por lo tanto, no es raro ver a jóvenes con desfases en sus ciclos y no significa precisamente que existe una enfermedad. Esta irregularidad inicial es especialmente frecuente los primeros 2 años. Posteriormente se regula, y desde los 20 hasta los 35 años, son más propensas a tener una ciclidad más estable. Cuando se acercan al final de su vida reproductiva, tienen una variabilidad mayor, donde los ciclos pueden acortarse o alargarse”, enfatiza el especialista.
Existen dos signos que son importantes de reconocer: la oligomenorrea, que es cuando la menstruación se genera con ciclos alejados, más de cada 35 días, y la polimenorrea, definida por menstruaciones más frecuentes que lo normal, que significa un intervalo menor a 25 días.
“La menstruación es un signo de vitalidad. Es como la presión arterial. Si hay una frecuencia normal es sinónimo que está todo bien. Por el contrario, si existen cambios consistentes en el tiempo, es recomendable consultar a un especialista para estudiar qué es lo que está pasando e indicar el tratamiento más indicado”, sostiene el médico.
Estar alertas a las señales que tenemos es vital para un buen diagnóstico.