¿Cómo criar niños felices?
Reír más, poner límites y hacer vida en familia son algunos de los consejos.
La Dra. Andrea Aguirre, psiquiatra infanto-juvenil de Clínica Universidad de los Andes, entrega 10 consejos para hacer que nuestros hijos sean niños y adultos felices, basándose en una serie de estudios y su experiencia profesional:
1. Conocer a nuestros hijos
No hay dos niños iguales, como tampoco hay dos personas iguales. Los padres deben escuchar a sus hijos y dedicarles tiempo, para conocerlos, saber qué piensan, que les gusta, qué les preocupa, qué les conmueve y qué les motiva.
Conocerlos implica también respetarlos en sus preferencias y opiniones, y no pretender transformarlos y hacer de ellos niños distintos. No podemos obligarlos a ir a clases de fútbol si lo que ellos quieren es participar de un taller de origami.
2. Reír más
Procuremos que nuestros hijos crezcan en un ambiente de alegría y bienestar, con padres que sonrían y bromeen con ellos, y les muestren con el ejemplo que es posible disfrutar de las cosas simples. Los niños educados en entornos positivos son más seguros, más optimistas, creen más en sí mismos y tienen un mejor control de sus emociones.
Los padres que andan malhumorados, irritables y vuelcan esos sentimientos en sus hijos, pueden generar niños más huraños y pesimistas, y que estén más predispuestos a convertirse en adultos agresivos.
3. Reforzar la autoestima
No comparar a nuestros hijos con sus hermanos ni con otros niños, sino solo con ellos mismos. Tampoco debemos etiquetarlos: si les decimos que son malos, desobedientes o llorones, estaremos generando una predisposición a moldear su actitud para encajar en este perfil.
Manifestar sentimientos de amor, ternura y cariño hacia nuestros hijos, celebrar cuando hacen algo bien, ayudarlos y acompañarlos cuando no logran sus metas, hará que se sientan más seguros.
4. Hacer vida familiar
Evitemos que cada miembro de la familia se aísle en su habitación o detrás de una pantalla de televisión o computador. Procurar generar una rutina en la que al menos una comida al día se comparta en familia, y hacer panoramas que impliquen compartir y divertirse juntos. No es necesario contar con un gran presupuesto para ir a una plaza, hacer un picnic, salir a andar en bicicleta o cocinar juntos.
5. No compensar con regalos
Muchos padres se sienten culpables por no pasar más tiempo con ellos, y luego tratan de demostrarles cuánto los quieren comprando regalos o consintiendo caprichos. Esta forma de actuar es perjudicial para los niños y les transmitimos mensajes que son nocivos para su formación.
6. Límites claros
Los niños deben saber desde muy pequeños que en la casa, y fuera de ella, existen unos límites que deben respetar. Esto les dará seguridad ya que les permitirá saber a qué atenerse en cada circunstancia.
Es fundamental que exista acuerdo y consistencia entre los distintos cuidadores del niño. Los padres y los otros adultos, incluidos los profesores, deben transmitir las mismas pautas educativas: delimitar qué se va a permitir, qué horarios establecer, qué prohibir y qué negociar.
7. Reconocer emociones
Ayudar a los niños a reconocer sus emociones es el primer paso para que aprendan a manejarlas de forma correcta. Podemos partir hablándoles de nuestras propias emociones y explicarles que estamos contentos o tristes por algo que nos ocurrió en el trabajo, y describirles lo que sentimos en esos momentos.
8. Fomentar la autonomía
Incentivarlos a que actúen y piensen por su cuenta, que expresen deseos y se comuniquen con los demás. Animarlos a asumir retos según sus capacidades y evitar expresiones despectivas o descalificaciones que lo desmotiven. Por ejemplo, si por primera vez hace su cama, felicitarlo, aunque no le haya quedado del todo bien. Si destacamos lo que hizo mal, no volverá a intentarlo.
Observar cuáles son sus cualidades y talentos y crear ambientes para que los desarrolle.
Los niños se sienten más satisfechos si consiguen sus objetivos por sus propios méritos. Debemos animarles en este sentido.
9. Ser solidarios
Los niños amables, que dan las gracias y están atentos a ayudar al que lo necesita, experimentan más satisfacción y energía, son más cariñosos y agradables, y gozan de una mayor aceptación social.
Esto se puede favorecer fomentando amistades, juegos y actividades que impliquen compartir y ser solidarios, pero es indudable que lo fundamental será el ejemplo de los propios padres.
10. Cuidarnos
Cuidar nuestra salud y la de nuestros hijos. Para esto, mantener una alimentación saludable y nutritiva, hacer actividad física y vida al aire libre, preocuparnos de nuestra presentación personal y estar muy atentos a detectar y tratar a tiempo cualquier enfermedad que podamos presentar, no sólo en el ámbito físico, sino que también mental.
Recordar también que a nadie le enseñan a ser padre o madre, por lo que no es señal de debilidad si nos reconocemos sobrepasados con la crianza y pedimos ayuda.
1. Conocer a nuestros hijos
No hay dos niños iguales, como tampoco hay dos personas iguales. Los padres deben escuchar a sus hijos y dedicarles tiempo, para conocerlos, saber qué piensan, que les gusta, qué les preocupa, qué les conmueve y qué les motiva.
Conocerlos implica también respetarlos en sus preferencias y opiniones, y no pretender transformarlos y hacer de ellos niños distintos. No podemos obligarlos a ir a clases de fútbol si lo que ellos quieren es participar de un taller de origami.
2. Reír más
Procuremos que nuestros hijos crezcan en un ambiente de alegría y bienestar, con padres que sonrían y bromeen con ellos, y les muestren con el ejemplo que es posible disfrutar de las cosas simples. Los niños educados en entornos positivos son más seguros, más optimistas, creen más en sí mismos y tienen un mejor control de sus emociones.
Los padres que andan malhumorados, irritables y vuelcan esos sentimientos en sus hijos, pueden generar niños más huraños y pesimistas, y que estén más predispuestos a convertirse en adultos agresivos.
3. Reforzar la autoestima
No comparar a nuestros hijos con sus hermanos ni con otros niños, sino solo con ellos mismos. Tampoco debemos etiquetarlos: si les decimos que son malos, desobedientes o llorones, estaremos generando una predisposición a moldear su actitud para encajar en este perfil.
Manifestar sentimientos de amor, ternura y cariño hacia nuestros hijos, celebrar cuando hacen algo bien, ayudarlos y acompañarlos cuando no logran sus metas, hará que se sientan más seguros.
4. Hacer vida familiar
Evitemos que cada miembro de la familia se aísle en su habitación o detrás de una pantalla de televisión o computador. Procurar generar una rutina en la que al menos una comida al día se comparta en familia, y hacer panoramas que impliquen compartir y divertirse juntos. No es necesario contar con un gran presupuesto para ir a una plaza, hacer un picnic, salir a andar en bicicleta o cocinar juntos.
5. No compensar con regalos
Muchos padres se sienten culpables por no pasar más tiempo con ellos, y luego tratan de demostrarles cuánto los quieren comprando regalos o consintiendo caprichos. Esta forma de actuar es perjudicial para los niños y les transmitimos mensajes que son nocivos para su formación.
6. Límites claros
Los niños deben saber desde muy pequeños que en la casa, y fuera de ella, existen unos límites que deben respetar. Esto les dará seguridad ya que les permitirá saber a qué atenerse en cada circunstancia.
Es fundamental que exista acuerdo y consistencia entre los distintos cuidadores del niño. Los padres y los otros adultos, incluidos los profesores, deben transmitir las mismas pautas educativas: delimitar qué se va a permitir, qué horarios establecer, qué prohibir y qué negociar.
7. Reconocer emociones
Ayudar a los niños a reconocer sus emociones es el primer paso para que aprendan a manejarlas de forma correcta. Podemos partir hablándoles de nuestras propias emociones y explicarles que estamos contentos o tristes por algo que nos ocurrió en el trabajo, y describirles lo que sentimos en esos momentos.
8. Fomentar la autonomía
Incentivarlos a que actúen y piensen por su cuenta, que expresen deseos y se comuniquen con los demás. Animarlos a asumir retos según sus capacidades y evitar expresiones despectivas o descalificaciones que lo desmotiven. Por ejemplo, si por primera vez hace su cama, felicitarlo, aunque no le haya quedado del todo bien. Si destacamos lo que hizo mal, no volverá a intentarlo.
Observar cuáles son sus cualidades y talentos y crear ambientes para que los desarrolle.
Los niños se sienten más satisfechos si consiguen sus objetivos por sus propios méritos. Debemos animarles en este sentido.
9. Ser solidarios
Los niños amables, que dan las gracias y están atentos a ayudar al que lo necesita, experimentan más satisfacción y energía, son más cariñosos y agradables, y gozan de una mayor aceptación social.
Esto se puede favorecer fomentando amistades, juegos y actividades que impliquen compartir y ser solidarios, pero es indudable que lo fundamental será el ejemplo de los propios padres.
10. Cuidarnos
Cuidar nuestra salud y la de nuestros hijos. Para esto, mantener una alimentación saludable y nutritiva, hacer actividad física y vida al aire libre, preocuparnos de nuestra presentación personal y estar muy atentos a detectar y tratar a tiempo cualquier enfermedad que podamos presentar, no sólo en el ámbito físico, sino que también mental.
Recordar también que a nadie le enseñan a ser padre o madre, por lo que no es señal de debilidad si nos reconocemos sobrepasados con la crianza y pedimos ayuda.