Las consecuencias del mal uso de los antibióticos
El uso excesivo de antibióticos a nivel mundial ha aumentado la cantidad de microorganismos que se han vuelto resistentes a los medicamentos. Tanto que esto hoy constituye un importante problema de salud pública.
Tomar antibióticos de manera frecuente, o por motivos equivocados, por ejemplo, ante un resfrío común provocado por un virus respiratorio, o una mononucleosis infecciosa, producida por el virus de Epstein-Barr, que no requieren este tipo de medicamentos antimicrobianos, puede llevar a que parte de nuestra microbiota normal se vuelva resistente a dichos medicamentos.
Esto conlleva a que los antibióticos dejen de ser eficaces para combatir bacterias, lo que recibe el nombre de resistencia bacteriana o resistencia a los antibióticos.
Según el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC), al menos el 28% de la prescripción de antibióticos recetados en pacientes ambulatorios son innecesarios, es decir, se prescriben para tratar infecciones que no los requieren.
La Semana Mundial de Concientización sobre el Uso de los Antibióticos se celebra cada año entre el 18 y el 24 de noviembre, con el objetivo de generar conciencia en la población sobre el grave problema de la resistencia a los antimicrobianos y fomentar su uso responsable, tanto por parte de los médicos que los recetan como de los propios pacientes que se pueden automedicar.
El Dr. César Bustos, infectólogo de Clínica Universidad de los Andes y líder del Programa de Optimización del uso de Antimicrobianos (PROA), explica que “los antibióticos son medicamentos poderosos que combaten infecciones bacterianas y pueden salvar vidas cuando se usan correctamente, ya que impiden que las bacterias se repliquen o incluso las destruyen, pero su uso excesivo o su mal uso contribuye a que haya bacterias que se estén volviendo resistentes y por lo tanto, nos estemos quedando sin arsenal farmacológico para tratar las infecciones que producen”.
Funcionamiento de los antibióticos
Existen antibióticos como la penicilina que son bactericidas, es decir, que matan a las bacterias, y existen antibióticos que son bacteriostáticos, es decir, que detienen la multiplicación de estas.
Algunos antibióticos atacan a las bacterias aerobias, que necesitan oxígeno para vivir, mientras que otros actúan contra las bacterias anaerobias, que no requieren oxígeno.
Mientras algunos antibióticos son de amplio espectro y permiten tratar una gama variada de agentes microbianos, hay otros que son de espectro reducido, es decir, solo son eficaces contra algún tipo concreto de bacterias.
Lo que sí tienen en común los distintos tipos de antibióticos es que combaten infecciones bacterianas. Los antibióticos no son efectivos contra infecciones virales, fúngicas ni parasitarias.
Consecuencias del mal uso o uso excesivo de antibióticos
Las infecciones son más difíciles de tratar porque las medidas habituales ya no tienen efecto. Esto repercute en:
- Aumento en el riesgo de propagación de infecciones graves e incluso la muerte.
- Incremento en la cantidad de pacientes que necesitan ser hospitalizados para recibir tratamiento antibiótico intravenoso, porque no existen opciones orales de tratamiento, lo que conlleva a estadías prolongadas en los centros de salud.
- Utilización de fármacos de mayor espectro, lo que tiene el riesgo de asociarse con más efectos adversos y selección de microorganismos cada vez más resistentes.
- Tratamientos más costosos.
“La mayoría de los cuadros febriles no requieren uso de antimicrobianos, y se resolverán en forma espontánea. Mantener una flora bacteriana diversa es de vital importancia, no solo para disminuir el riesgo de adquirir patógenos oportunistas, sino también para disminuir el desarrollo de alergias, patologías inflamatorias autoinmunes y posiblemente también en el desarrollo de cáncer”, explica el Dr. Bustos.
Acerca del Programa de Optimización del uso de Antimicrobianos (PROA)
Es un programa liderado por un grupo de profesionales especialistas en enfermedades infecciosas, microbiología y farmacología clínica, que busca fortalecer la cultura del uso apropiado de los antimicrobianos en general, no solamente de los antibióticos, y de esta forma contribuir a reducir los niveles de resistencia bacteriana en contextos clínicos hospitalarios; incentivar el buen uso y capacitar a los profesionales en relación con la utilización de antimicrobianos en la práctica clínica, y secundariamente, reducir el riesgo para los pacientes asociado con el uso de antimicrobianos que no son estrictamente necesarios.