Desarrollo neuronal en los primeros años de vida
Realizar juegos y estimular la imaginación son algunos ejemplos que ayudarán a los niños a fomentar su desarrollo.
Los primeros años de vida son claves en la estimulación y definición de los ciclos del desarrollo cerebral. En ese contexto, los padres juegan un rol principal para potenciar las habilidades y los avances de los niños.
Con respecto al desarrollo neuronal, la Dra. Scarlet Witting, neuróloga infantil de Clínica Universidad de los Andes, explica que “la familia es la principal responsable en la estimulación del niño. Además, es importante tener en cuenta que en los primeros años se dan los principales desarrollos de conexiones sinápticas, eso significa que hay enlaces neuronales que son vitales desde esa etapa de la vida para edades más avanzadas”.
Realizar juegos y estimular la imaginación son sólo algunos ejemplos que ayudarán a los niños a fomentar su desarrollo. Sin embargo, no es necesario estimularlos todo el tiempo.
En ese contexto, “la hiperestimulación no es aconsejable, ya que es mejor que sea ordenada, con contenidos distintos y novedosos, que les permita a los niños tener tiempos de descanso para asimilar la información que van conociendo”, enfatiza la especialista.
Existen distintas estructuras a nivel cerebral que van determinando el conocimiento de los menores. Entre ellos existen las emociones, las relacionadas al equilibrio, visuales, auditivas, táctiles, de coordinación, precisión y automatización de movimientos.
“Todas estas funciones van determinando la interpretación e interacción que tienen con el medio ambiente. Si se lleva a cabo de buena manera, la relación que el niño va formando podrá potenciar constantemente su forma de interacción con el ambiente, no sólo de comunicación, sino que también de percepción, observación e interpretación”, sostiene la Dra. Witting.
Con respecto al primer año de vida, el niño será capaz paulatinamente de captar el medio ambiente y manejar su comunicación verbal. Las emociones las demuestran con sonrisas, afecto, miradas de asombros y movimientos faciales que demuestran lo que ellos van sintiendo.
Posteriormente, en el segundo año, los niños mejoran su capacidad de aprendizaje, tienen actitudes y comportamientos más avanzados y desarrollan rápidamente el lenguaje verbal. En el tercer año, existe una maduración neuronal, donde los niños tienen más mecanismos para generar, por ejemplo, respuestas a algunas conductas.
“Debemos saber la importancia que tiene la estimulación. Por lo tanto, tenemos que realizar mecanismos que potencien su desarrollo. Leer y jugar con ellos pueden ser instancias donde pueden desarrollarse”, finaliza la especialista.
Con respecto al desarrollo neuronal, la Dra. Scarlet Witting, neuróloga infantil de Clínica Universidad de los Andes, explica que “la familia es la principal responsable en la estimulación del niño. Además, es importante tener en cuenta que en los primeros años se dan los principales desarrollos de conexiones sinápticas, eso significa que hay enlaces neuronales que son vitales desde esa etapa de la vida para edades más avanzadas”.
Realizar juegos y estimular la imaginación son sólo algunos ejemplos que ayudarán a los niños a fomentar su desarrollo. Sin embargo, no es necesario estimularlos todo el tiempo.
En ese contexto, “la hiperestimulación no es aconsejable, ya que es mejor que sea ordenada, con contenidos distintos y novedosos, que les permita a los niños tener tiempos de descanso para asimilar la información que van conociendo”, enfatiza la especialista.
Existen distintas estructuras a nivel cerebral que van determinando el conocimiento de los menores. Entre ellos existen las emociones, las relacionadas al equilibrio, visuales, auditivas, táctiles, de coordinación, precisión y automatización de movimientos.
“Todas estas funciones van determinando la interpretación e interacción que tienen con el medio ambiente. Si se lleva a cabo de buena manera, la relación que el niño va formando podrá potenciar constantemente su forma de interacción con el ambiente, no sólo de comunicación, sino que también de percepción, observación e interpretación”, sostiene la Dra. Witting.
Con respecto al primer año de vida, el niño será capaz paulatinamente de captar el medio ambiente y manejar su comunicación verbal. Las emociones las demuestran con sonrisas, afecto, miradas de asombros y movimientos faciales que demuestran lo que ellos van sintiendo.
Posteriormente, en el segundo año, los niños mejoran su capacidad de aprendizaje, tienen actitudes y comportamientos más avanzados y desarrollan rápidamente el lenguaje verbal. En el tercer año, existe una maduración neuronal, donde los niños tienen más mecanismos para generar, por ejemplo, respuestas a algunas conductas.
“Debemos saber la importancia que tiene la estimulación. Por lo tanto, tenemos que realizar mecanismos que potencien su desarrollo. Leer y jugar con ellos pueden ser instancias donde pueden desarrollarse”, finaliza la especialista.