El cinturón le salvó la vida, pero le causó serios daños en el abdomen
Tras un accidente automovilístico, Francisca tuvo un trauma abdominal con perforación duodenal que la dejó en riesgo vital.
Fue un sábado a las 13:00 hrs. La familia Ripamonti Muñoz regresaba a su casa. En el auto iban Andrea y Francisco junto a sus tres hijos: Vicente, de cinco meses, y Matías, de dos años, que viajaban en sillas de guagua; mientras que Francisca, de 9 años, iba sentada al centro y solo llevaba un cinturón de seguridad de dos puntas. Estaban en la autopista Vespucio Norte, cuando impactaron a 80 km/h. contra otro vehículo que se encontraba detenido.
“A los dos niños chicos no les pasó nada. Yo tuve una lesión en un hombro, mi señora se fracturó una costilla, pero la Fran fue la que salió más perjudicada, porque el cinturón le apretó fuertemente el abdomen”, recuerda Francisco, papá de Francisca.
La ambulancia llegó rápido. Francisca fue trasladada inicialmente al hospital más cercano, pero ahí no contaban con atención pediátrica por lo que fue derivada a una clínica en que le hicieron todos los procedimientos de primeros auxilios y algunos exámenes. Sin embargo, no contaban con UCI para niños por lo que tuvieron que trasladarla por tercera vez.
“Así llegamos a la Clínica Universidad de los Andes. Nos estaban esperando en la Urgencia y fue como cinematográfico: todos sabían quién venia, la edad, su nombre. Las enfermeras la tranquilizaban, le decían que la iban a cuidar, mientras ella perdía a ratos el conocimiento. Hasta una psicóloga le iba hablando en el traslado al pabellón”, señala Andrea.
El Dr. Marco Valenzuela, cirujano pediátrico de Clínica Universidad de los Andes, explica que “Francisca llegó con signos clínicos e imágenes compatibles con una perforación intestinal. Luego de ser estabilizada por el equipo de intensivo pediatrico, fue operada, realizandose una laparoscopía diagnóstica, donde se constató una perforación duodenal que se resolvió con esta misma técnica mínimamente invasiva. Esto permitió una evolución muy satisfactoria, con una recuperación muy rápida, a pesar de lo grave de la lesión”.
Tras la cirugía, Francisca permaneció 14 días hospitalizada. Andrea y Francisco cuentan que durante ese tiempo la atención “del equipo humano de la Clínica nos impresionó. Las enfermeras y las técnicos fueron extraordinarias, cómo la cuidaban, la peinaban, se preocupaban de que ella se viera bonita cuando despertara, para que eso la ayudara a sentirse mejor”. También destacan que siempre hubo un médico cerca para informales del estado de su hija y orientarlos con todas sus dudas.
Hoy ha pasado casi un año desde el accidente. Gracias a una adecuada coordinación y derivación, además de la experiencia del equipo pediátrico y la tecnología que se utilizó para tratarla, “mi hija está completamente sana y no quedó con ninguna secuela a pesar de haber tenido varios órganos vitales comprometidos”, concluye la mamá de Francisca.
“A los dos niños chicos no les pasó nada. Yo tuve una lesión en un hombro, mi señora se fracturó una costilla, pero la Fran fue la que salió más perjudicada, porque el cinturón le apretó fuertemente el abdomen”, recuerda Francisco, papá de Francisca.
La ambulancia llegó rápido. Francisca fue trasladada inicialmente al hospital más cercano, pero ahí no contaban con atención pediátrica por lo que fue derivada a una clínica en que le hicieron todos los procedimientos de primeros auxilios y algunos exámenes. Sin embargo, no contaban con UCI para niños por lo que tuvieron que trasladarla por tercera vez.
“Así llegamos a la Clínica Universidad de los Andes. Nos estaban esperando en la Urgencia y fue como cinematográfico: todos sabían quién venia, la edad, su nombre. Las enfermeras la tranquilizaban, le decían que la iban a cuidar, mientras ella perdía a ratos el conocimiento. Hasta una psicóloga le iba hablando en el traslado al pabellón”, señala Andrea.
El Dr. Marco Valenzuela, cirujano pediátrico de Clínica Universidad de los Andes, explica que “Francisca llegó con signos clínicos e imágenes compatibles con una perforación intestinal. Luego de ser estabilizada por el equipo de intensivo pediatrico, fue operada, realizandose una laparoscopía diagnóstica, donde se constató una perforación duodenal que se resolvió con esta misma técnica mínimamente invasiva. Esto permitió una evolución muy satisfactoria, con una recuperación muy rápida, a pesar de lo grave de la lesión”.
Tras la cirugía, Francisca permaneció 14 días hospitalizada. Andrea y Francisco cuentan que durante ese tiempo la atención “del equipo humano de la Clínica nos impresionó. Las enfermeras y las técnicos fueron extraordinarias, cómo la cuidaban, la peinaban, se preocupaban de que ella se viera bonita cuando despertara, para que eso la ayudara a sentirse mejor”. También destacan que siempre hubo un médico cerca para informales del estado de su hija y orientarlos con todas sus dudas.
Hoy ha pasado casi un año desde el accidente. Gracias a una adecuada coordinación y derivación, además de la experiencia del equipo pediátrico y la tecnología que se utilizó para tratarla, “mi hija está completamente sana y no quedó con ninguna secuela a pesar de haber tenido varios órganos vitales comprometidos”, concluye la mamá de Francisca.