Parkinson: las ventajas del diagnóstico temprano
Cada 11 de abril se conmemora el Día Mundial del Parkinson, segunda patología neurodegenerativa más frecuente después de la enfermedad de Alzheimer. Es así como, de acuerdo a información del Ministerio de Salud, se estima una prevalencia de entre 100 y 180 por 100.000 habitantes, siendo mayor en personas de tercera edad y en hombres.
A lo que el Dr. André Fassler, neurocirujano del Centro de Neurociencias de Clínica Universidad de los Andes, agrega que la enfermedad de Parkinson afecta a diez millones de personas en el mundo y se calcula que hay un 30% sin diagnosticar. Si bien el 70% de pacientes supera los 65 años, hay hasta un 20% que ha sido diagnosticado antes de los 40.
“El Parkinson es una patología neurodegenerativa del sistema nervioso, es decir, progresiva, en que se origina la muerte de neuronas en áreas específicas del cerebro. El daño principal ocurre en las neuronas que producen dopamina, un neurotransmisor que participa tanto en la regulación de la función motora como en circuitos de recompensa a estímulos".
Las manifestaciones principales del Parkinson son:
- Temblor de manos
- Lentitud para realizar movimientos
- Inexpresividad facial
- Rigidez
- Cambios en las posturas
Otros síntomas que pueden acompañar al Parkinson son:
- Pérdida del equilibrio
- Cambios en la marcha, el habla y la voz
- Dificultad para iniciar cualquier movimiento
- Estreñimiento
- Pérdida del olfato
- Alteraciones del sueño
- Depresión
- Trastornos cognitivos (en forma tardía)
La etapa inicial de la enfermedad se caracteriza por los síntomas no motores, como pérdida de olfato y alteraciones gástricas, psiquiátricas y de sueño. Luego, se agrega la lentitud para mover el cuerpo, problemas para caminar, rigidez y temblor. Al avanzar la patología, se presenta alteración del equilibro, caídas y problemas de memoria.
“Una encuesta de la Asociación Europea de la Enfermedad de Parkinson refleja que los síntomas depresivos son casi tan frecuentes (84%) como los de tipo motor (94%), seguidos de los trastornos cognitivos (65%) y problemas del sueño (40%)”, afirma el Dr. Fassler.
Factores de riesgo del Parkinson
- Edad: la mayoría de las personas que desarrollan Parkinson lo hacen después de los 60 años, y afecta más a hombres que a mujeres. Cuando se da antes de los 40, lo que es mucho menos frecuente, habitualmente se relaciona con algunos genes específicos.
- Factores genéticos: más de una docena de genes han sido asociados con esta patología. Sin embargo, la mayoría de las personas que la desarrollan lo hacen en forma esporádica, es decir, no relacionada con un gen específico.
- Factores ambientales: se cree que la exposición a químicos, como los herbicidas y pesticidas, son factores de riesgo para desarrollarla.
Medicamentos y cirugía para tratar el Parkinson
Actualmente, no existe una cura definitiva, pero sí puede manejarse con fármacos para controlar los síntomas, lo que tiene buenos resultados en la etapa inicial. Sin embargo, al progresar la enfermedad, puede ser necesario hacer una cirugía.
"El procedimiento quirúrgico se llama estimulación cerebral profunda y consiste en la implantación de electrodos en una parte específica del cerebro. Estos electrodos van conectados a un generador instalado en el pecho, cerca de la clavícula, el que envía impulsos eléctricos al cerebro. Así, se reducen los síntomas, pero no se cura la enfermedad ni se evita su evolución”, aclara el Dr. Fassler, quien ha llevado a cabo más de 200 de estos procedimientos quirúrgicos. Asimismo, nuestro equipo médico es el que más cirugías ha hecho en Chile.
Esta cirugía puede beneficiar al 10% de los pacientes, quienes cumplen con ciertos criterios como sufrir la patología, al menos, hace cinco años y con complicaciones motoras e impacto en la vida diaria; tener salud mental y física compatible para realizarse una cirugía de este tipo, y que los síntomas motores tengan una respuesta adecuada a la levodopa.
Es importante diagnosticarla en sus etapas iniciales para realizar un abordaje multidisciplinario, en que se manejen los síntomas específicos del paciente, se ayude a mejorar la calidad de vida y a mantener a la persona activa el mayor tiempo posible. Asimismo, el ejercicio es fundamental para enlentecer la progresión de la enfermedad y mantener la funcionalidad.