Clínica Universidad de los Andes / Noticia

“Jacinta no podría haber sido operada sin el apoyo de la Clínica”

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Al año de vida, debió ser operada por una malformación congénita en su cráneo.

Héctor y Victoria, papás de Jacinta, de sólo un año, llegaron a la Clínica después de golpear muchas puertas para ayudar a su hija. Ellos no la conocían, pero el jefe de Héctor quiso ayudarlos y tomó una hora con el Dr. Felipe Moyano, neurocirujano de Clínica Universidad de los Andes para que pudiera examinar a la pequeña.

Jacinta y sus padres, visitaron a diversos especialistas, hasta que un médico broncopulmonar se dio cuenta de que había una situación anormal y los derivó a un neurocirujano, quien detectó que tenía craneosinostosis, una malformación congénita que se produce en cerca de uno de cada tres mil recién nacidos y que consiste en el cierre precoz de las separaciones que hay en el cráneo.

“Cuando entramos a consulta, el doctor la examinó y revisó los exámenes, y nos dijo que a Jacinta había que operarla cuanto antes porque la enfermedad estaba avanzando rápidamente. De inmediato pensé en el tema económico, ya que no tenemos los recursos para costear la cirugía, pero nos dijo que la Clínica contaba con un Programa de Beneficencia y que iba a hacer lo posible para ayudarnos”, cuenta Héctor.

A los pocos días, el doctor llamó a los padres para contarles que tendrían el apoyo de la Clínica. “Recibimos con mucha alegría e ilusión esta oportunidad. Fueron meses de sufrimiento y preocupación, y ahora, por fin tuvimos una noticia maravillosa, que nunca esperamos y que iba a permitirle a nuestra hija estar sana”, sostiene Victoria.

La intervención, que debía hacerse rápidamente, iba a permitirle tener una vida normal y sin complicaciones de su cerebro a largo plazo.

El Dr. Felipe Moyano, explica que “nosotros éramos la última esperanza que los padres tenían para que Jacinta saliera adelante. Además, la cirugía debía realizarse lo antes posible, porque idealmente, debía estar operada antes del año de vida, de lo contrario, afectaría el desarrollo de su cerebro, pudiendo provocar daños neurológicos y cosméticos irreversibles. Afortunadamente, los exámenes que se realizaron demostraron que todavía estábamos a tiempo para la intervención”.

El especialista agrega que fue muy satisfactorio y gratificante ser parte de este caso, porque además todo el equipo médico realizó un trabajo de primer nivel para que el procedimiento de Jacinta fuera a la perfección.

“Les dimos la oportunidad de cambiarles la vida no sólo a Jacinta y sus padres. En este caso, la cirugía nos cambió a todos, porque nos permitió conocer a una niña que hoy está sana, alegre, feliz y que podrá tener una vida plena”, cuenta el Dr. Moyano.

Héctor afirma que “el camino que tuvimos que recorrer fue muy duro y difícil. Jacinta no podría haber sido operada sin el apoyo de la Clínica. Sin duda esta oportunidad nunca dejaremos de agradecerla. Hoy, cuando miro a mi hija, me da alegría y emoción ver que está tan contenta. Me la imagino juntos, en el sur para que la vean mis papás, jugando, corriendo y riendo”, concluye.

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