La importancia de prevenir infartos y ataques cerebrovasculares desde edad temprana
Según la Federación Mundial del Corazón, cada año se producen más de 20 millones de muertes por enfermedades cardiovasculares en el mundo, siendo el infarto agudo al miocardio la principal causa de fallecimiento.
Por su parte, datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), señalan que 15 millones de personas sufren un accidente cerebrovascular (ACV) cada año.
Si sumamos ambas patologías, son más de 35 millones de personas a nivel mundial que anualmente se enfrentan a un infarto, sea este al corazón o al cerebro.
¿La principal causa de ambas patologías? La ateroesclerosis. Se trata de la acumulación de grasas, colesterol y otras sustancias en las paredes de las arterias, lo que va disminuyendo progresivamente el flujo de sangre que le llega a un órgano hasta obstruirse por completo. Cuando esto ocurre, o cuando incluso una placa de colesterol no tan severa se fractura y daña, en las arterias del corazón se provoca un infarto cardiaco, y en las arterias del cerebro un ataque o accidente cerebrovascular.
"Muchas personas piensan que las enfermedades cardiovasculares y los ataques cerebrovasculares afectan solo a los adultos mayores, pero no es así. La ateroesclerosis puede comenzar a desarrollarse en la edad adulta temprana e incluso en la niñez cuando hay factores de riesgo como, por ejemplo, la dislipidemia familiar, que es tener colesterol alto de origen genético”, sostiene la Dra. Marianella Seguel, cardióloga del Centro de Enfermedades Cardiovasculares de Clínica Universidad de los Andes.
Es posible prevenir el riesgo de sufrir un infarto al miocardio o un ACV a edad temprana
Si bien puede haber un componente genético que predisponga a los pacientes a presentar estas patologías, por ejemplo, la dislipidemia familiar, la mayoría de los factores de riesgo son modificables y están asociados al estilo de vida de las personas.
“Antes se pensaba que la enfermedad cardiovascular era algo que ocurría después de los 50 años, pero con el cambio de estilo de vida de la población; mayores niveles de obesidad y sedentarismo, lo estamos viendo a edades más tempranas. Incluso vemos infartos en pacientes menores de 30 años, pero aquí muchas veces interviene un factor genético como la dislipidemia familiar”, enfatiza la Dra. Seguel.
En general, se recomienda un control preventivo cardiovascular en hombres a partir de los 45 años y en mujeres desde los 50 años o postmenopausia. Sin embargo, en pacientes con antecedentes familiares importantes, como infarto a temprana edad, diabetes o dislipidemia familiar este debe ser mucho antes.
Asimismo, la especialista sostiene que “la clave está en adoptar un estilo de vida saludable, promoviendo una dieta sana y actividad física desde la niñez y juventud para, de esta manera, evitar el desarrollo de factores de riesgo como obesidad, diabetes, colesterol alto e hipertensión arterial, además de evitar el hábito tabáquico, que aumentan las posibilidades de sufrir una afección cardiaca o cerebral”.
Llevar una dieta balanceada, mantener un peso saludable, practicar actividad física de manera diaria o periódica (como mínimo 150 minutos semanales en, al menos, tres veces) reducir el estrés, limitar el consumo de alcohol y evitar la exposición a la nicotina, incluyendo el uso de cigarrillos electrónicos y la exposición al humo de segunda mano, son las principales recomendaciones para tener una buena salud cardiovascular y cerebrovascular.