Clínica Universidad de los Andes / Noticia

Púrpura trombocitopénica inmune: cuando los moretones son más que un simple hematoma

Esta enfermedad hematológica es originada por el bajo nivel de plaquetas en la sangre.
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La púrpura trombocitopénica idiopática inmune (PTI), o púrpura autoinmume, es un trastorno hemorrágico en el cual el sistema inmunitario destruye las plaquetas, necesarias para la coagulación normal de la sangre.

El nombre PTI hace referencia a la coloración de la piel como sucede con un moretón (Púrpura), al número reducido de plaquetas en la sangre (Trombocitopénica) y a que inicialmente era de causa desconocida (Idiopática), lo que cambió, ya que en la actualidad se sabe que es una enfermedad originada por una reacción inmune en contra de las propias plaquetas (Inmune).

Una disminución en el nivel de plaquetas puede producir moretones con facilidad, encías sangrantes, sangrado de nariz y hemorragia interna, entre otras.

“El recuento normal de plaquetas varía de un rango de 150 mil a 450 mil. Cuando una persona sufre PTI, su recuento plaquetario es menor a 100 mil, sin embargo, en el momento que se produce una hemorragia significativa, el recuento puede llegar a ser menos a 10 mil plaquetas”, explica el Dr. Marcos Feldman, hematólogo pediátrico de Clínica Universidad de los Andes.

Los pacientes con púrpura trombocitopénica pueden permanecer asintomáticos o presentar las siguientes manifestaciones:

  • Hematomas o moretones (equimosis) de color púrpura que se producen con facilidad.
  • Pequeños puntos rojizos y morados en la piel con aspecto de sarpullido (petaquias).
  • Hemorragia cutánea persistente, más grande que las petaquias, sobre todo en áreas expuestas a los traumatismos.
  • Sangrado nasal o epistaxis.
  • Sangrado en la cavidad bucal o en las encías.
  • Periodos menstruales abundantes (menorragia).
  • Sangre en la orina, vómitos o heces.
  • Hemorragia endocraneal, siendo este último el síntoma más peligroso, pues puede representar una amenaza para la vida.

Tipos de púrpura PTI

  • Púrpura trombocitopénica aguda: afecta con mayor frecuencia a niños de entre dos y nueve años. Normalmente tiene un inicio repentino, como consecuencia de una enfermedad vírica (por ejemplo, varicela) y sus síntomas desaparecen en menos de seis meses. Esta es la forma más común del trastorno y, por lo general, no se repite.
  • Púrpura trombocitopénica crónica: puede ocurrir a cualquier edad, siendo más común en adultos o adolescentes, y sus síntomas pueden durar varios años. Es más frecuente en mujeres jóvenes y puede reaparecer a lo largo de la vida, requiriendo un seguimiento continuo por parte de un hematólogo.

En el caso de la trombocitopenia inmunitaria en adultos, puede ser causada por una infección por VIH, hepatitis o bacteria Helicobacter pylori.

“Determinar si la púrpura está relacionada con un trastorno de la coagulación sanguínea o un problema de plaquetas es el primer paso para diagnosticar la afección que causa la púrpura”, señala el hematólogo.

El diagnóstico se establece a través de la historia clínica, la exploración física y el recuento de plaquetas, el que se realiza a través de un hemograma (análisis completo de sangre).

Dependiendo del caso, según su manifestación clínica y recuento de plaquetas, el tratamiento consistirá en el empleo de corticoides, fármacos inmunosupresores o gammaglobulina intravenosa.

La extirpación quirúrgica del bazo (esplenectomía) se reserva para los casos resistentes a la terapia conservadora (procedimiento que está cada vez más en desuso).

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