Diferencias entre retraso y trastorno del lenguaje
Estos problemas están acotados al lenguaje y no se explican por dificultades auditivas, bajo coeficiente intelectual, ni alteraciones neurológicas o síndromes.
Daniela González, fonoaudióloga de Clínica Universidad de los Andes, explica que un niño con retraso del lenguaje presenta un desempeño lingüístico levemente disminuido en comparación con otros niños de su misma edad. “Son niños que nos parece que hablan de forma un poco infantil para su edad, pero que no presentan dificultades a nivel de procesamiento”, afirma.
En cambio, podemos sospechar que un niño sufre un trastorno específico del lenguaje (TEL) cuando su rendimiento lingüístico está muy desviado de la norma. Por ejemplo, un niño de 4 años que se expresa como uno de 2 y presenta dificultades en los distintos niveles del lenguaje, tanto expresivo como comprensivo, de modo que parece no entender lo que se le habla.
“El trastorno de lenguaje es un problema que suele mantenerse en el tiempo, por lo que los resultados de la terapia fonoaudiológica para el desarrollo del lenguaje son más lentos que cuando existe un retraso de lenguaje, pues en estos casos los niños responden muy bien a la terapia, superando las dificultades a corto y mediano plazo”, explica la especialista.
En ambos casos, tanto retraso como trastorno del lenguaje, el problema está acotado al lenguaje y no se explica por dificultad auditiva, bajo coeficiente intelectual, ni alteración por causa neurológica o síndrome. En su manifestación juegan un rol fundamental el ambiente y la genética, es decir, existencia de familiares que hayan presentado el mismo problema.
Muchos niños se estancan en algún momento de su desarrollo de lenguaje, para luego retoman una curva de aprendizaje normal que les permite equipararse con sus pares. Esto suele depender de la estimulación que reciban, como es el caso de los niños que casi no hablan hasta que ingresan al jardín infantil, cuyo ambiente estimulador y demandante juega un rol fundamental.
En cambio, podemos sospechar que un niño sufre un trastorno específico del lenguaje (TEL) cuando su rendimiento lingüístico está muy desviado de la norma. Por ejemplo, un niño de 4 años que se expresa como uno de 2 y presenta dificultades en los distintos niveles del lenguaje, tanto expresivo como comprensivo, de modo que parece no entender lo que se le habla.
“El trastorno de lenguaje es un problema que suele mantenerse en el tiempo, por lo que los resultados de la terapia fonoaudiológica para el desarrollo del lenguaje son más lentos que cuando existe un retraso de lenguaje, pues en estos casos los niños responden muy bien a la terapia, superando las dificultades a corto y mediano plazo”, explica la especialista.
En ambos casos, tanto retraso como trastorno del lenguaje, el problema está acotado al lenguaje y no se explica por dificultad auditiva, bajo coeficiente intelectual, ni alteración por causa neurológica o síndrome. En su manifestación juegan un rol fundamental el ambiente y la genética, es decir, existencia de familiares que hayan presentado el mismo problema.
Muchos niños se estancan en algún momento de su desarrollo de lenguaje, para luego retoman una curva de aprendizaje normal que les permite equipararse con sus pares. Esto suele depender de la estimulación que reciban, como es el caso de los niños que casi no hablan hasta que ingresan al jardín infantil, cuyo ambiente estimulador y demandante juega un rol fundamental.