Trastornos del aprendizaje: 10 consejos para un año escolar exitoso
Dislexia, disgrafía o discalculia son algunos de los trastornos del aprendizaje más comunes en edad escolar, pudiendo darse en un 5 a 15% de los estudiantes. Los trastornos del aprendizaje consisten en alteraciones neurobiológicas que dificultan la adquisición de habilidades académicas, afectando áreas como la lectura, la escritura y las matemáticas.
Por su parte, los trastornos del neurodesarrollo son condiciones que afectan el desarrollo cerebral y que, si bien no se consideran un trastorno específico del aprendizaje, sí pueden afectarlo de forma significativa. Dentro de ellos, el Trastorno por Déficit de Atención (TDA) y el Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH) son los más habituales, afectando a entre el 5 y 7% de los niños a nivel mundial.
Cuando estos trastornos no se abordan adecuadamente, pueden impactar el rendimiento académico, social y emocional de los niños y adolescentes.
“El manejo del TDA, TDAH y otros trastornos de aprendizaje requiere un enfoque inclusivo, dinámico y centrado en las necesidades individuales. Con estrategias innovadoras se puede mejorar el rendimiento académico y fortalecer el bienestar emocional de los estudiantes”, explica la Dra. Alejandra Hernández, neuróloga pediátrica de Clínica Universidad de los Andes.
Consejos para un inicio de año escolar exitoso
“La intervención temprana, combinada con terapia adecuada (educativa, conductual o médica), puede mejorar considerablemente las habilidades funcionales y la calidad de vida de las personas con trastornos del neurodesarrollo”, resalta la Dra. Hernández.
A continuación, algunas recomendaciones para las familias que tienen niños con trastornos de aprendizaje:
Los 10 consejos que entrega la neuróloga infantil son:
- Establecer rutinas en la casa
Crear horarios claros para actividades diarias como levantarse, hacer tareas, jugar, comer y dormir. Anticipar cualquier cambio en la rutina para evitar ansiedad.
- Organizar el tiempo de estudio
Dividir las tareas en bloques cortos con pausas intermedias. Enseñarles a enfocarse en una actividad a la vez para mejorar la concentración.
- Disponer de un espacio libre de distracciones
Preparar un lugar específico para estudiar con buena iluminación y sin ruidos o elementos distractores como televisión o juguetes.
- Fomentar el movimiento y las pausas activas
Permite que los niños se levanten, caminen o hagan estiramientos durante las pausas. Incorporar actividad física diaria mejora su concentración y bienestar.
- Dar instrucciones claras y sencillas
Explicar las tareas de forma breve y directa. Pedirle que repita las instrucciones con sus propias palabras para asegurarse de que las comprendieron.
- Usar refuerzos positivos
Reconocer y premiar el esfuerzo con elogios, tiempo de juego o actividades que disfruten. El refuerzo positivo ayuda a motivarlos y fortalecer su autoestima.
- Fomentar la organización
Enseñarles a usar agendas o listas de tareas. Ayudarlos a preparar su mochila y materiales la noche anterior para fomentar su autonomía.
- Mantener una comunicación permanente con el colegio
Trabajar en conjunto con los educadores y profesores para conocer el desempeño y necesidades del niño. Compartir estrategias que funcionen en la casa.
- Apoyar el desarrollo emocional
Ayudarlos a identificar y gestionar sus emociones con técnicas de respiración o relajación. Reforzar su autoestima resaltando sus fortalezas y logros.
- Fomentar un estilo de vida saludable
Asegurarse de que tengan una alimentación equilibrada y duerman lo suficiente. Evitar el consumo excesivo de azúcar y estimulantes que puedan afectar su atención.
"Cada niño aprende a su propio ritmo y, con el apoyo adecuado, puede desarrollar todo su potencial. La clave está en la paciencia, la constancia y en un trabajo conjunto colegio-familia para crear un ambiente de aprendizaje positivo", concluye la Dra. Hernández.