Virus papiloma humano y su relación con el cáncer cervicouterino
Se estima que el virus papiloma humano (VPH) está presente en el 80% de la población sexualmente activa, en quienes lo más habitual es que no produzca síntomas ni tenga consecuencias. Sin embargo, en algunas ocasiones, puede provocar lesiones precancerosas (neoplasia intraepitelial, NIE), que tienen el potencial para progresar a cáncer cervicouterino. Además, esta familia de virus puede producir verrugas en cualquier zona del cuerpo, incluyendo los genitales y cuello uterino, donde se conocen como condilomas.
De acuerdo a cifras del Ministerio de Salud, en Chile, las verrugas genitales representan más del 20% de las consultas por infecciones de transmisión sexual, mientras que el cáncer cervicouterino es la segunda causa de muerte en las mujeres de entre 20 y 44 años.
“Si bien la mayoría de las veces la infección es asintomática y sin repercusiones, cuando esta persiste en el cuello del útero, puede desarrollar lesiones (NIE) y cáncer cervicouterino, además de causar cáncer en otras partes, como vagina, vulva, ano, pene y zona posterior de la garganta”, explica el Dr. Rafael Jensen, ginecólogo oncólogo de Clínica Universidad de los Andes.
La diferencia radica en que existen más de 100 cepas distintas de VPH y solo unas pocas causan verrugas y otras, cáncer cervicouterino.
El especialista agrega que, para que la infección no tenga consecuencias graves, es fundamental pesquisar a tiempo la presencia del virus, lo que se logra en el control ginecológico: “el VPH es detectable antes de que dé complicaciones con el examen del Papanicolau y la detección genómica del virus (prueba de PCR). Es muy importante descubrir de forma temprana las lesiones producidas por el virus para poder resecarlas (extirpar) antes de que se transformen en cáncer cervicouterino”.
Para tratar las lesiones, existen dos métodos:
Conización con asa LEEP:
es un procedimiento sencillo en que se reseca una lesión precancerosa de alto grado una vez que esta es confirmada. Se utiliza un alambre delgado (asa) que tiene bajo voltaje de corriente eléctrica. La conización se realiza en pabellón con anestesia, y tiene una rápida recuperación, por lo que la paciente se puede ir de alta después de algunas horas del procedimiento.
Sirve como tratamiento y también como biopsia definitiva para descartar un cáncer invasor.
Crioterapia:
ocasionalmente se pueden destruir las lesiones con un proceso de congelación de estas.
“Hay casos en los que se hace solamente un seguimiento para confirmar que la inmunidad propia de la paciente es capaz de eliminar el virus y reparar la lesión. En los otros casos, es preferible realizar una conización para poder tener una buena muestra en biopsia para completar el estudio de forma confiable”, afirma el Dr. Jensen.
¿Por qué hay que vacunarse contra el VPH?
En la actualidad, la principal medida de prevención es la vacuna, que forma parte del Programa Nacional de Inmunización para niñas y niños, a quienes se les aplica en dos dosis: en cuarto y quinto básico, es decir, de entre 9 y 13 años, edades en que se logra una mejor respuesta inmunológica.
Ya existe evidencia científica que confirma que el cáncer cervicouterino se reduce, al menos en la mitad de los casos, en mujeres que se vacunan antes de los 30 años, independiente de si iniciaron actividad sexual o no. Por esto, la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda vacunar incluso hasta los 45 años.
“El fin de esta medida es disminuir las cifras de incidencia y mortalidad por cáncer de cuello del útero, pero este efecto se verá en 10 a 15 años más por lo que todavía es muy importante mantener el control ginecológico al día”, concluye el Dr. Rafael Jensen.