Ximena Acevedo: “Estoy saliendo adelante por mis niños y mi familia”
Gracias a que le detectaron el cáncer en su segunda cesárea, pudo recibir un tratamiento adecuado y oportuno.
Tres meses antes de que naciera el segundo hijo de Ximena, le apareció un bulto en un brazo. Consultó a tres cirujanos, uno le dijo que era una mama supernumeraria y los otros, un hemangioma que se podía sacar cuando terminara la lactancia. Se quedó tranquila a pesar de que le salieron bultos en otras partes del cuerpo. Después del parto, su ginecólogo le contó que sacó un par de nódulos que encontró en los ovarios y los mandó a biopsia.
“No me preocupé por eso, pero sí noté que el post parto fue muy doloroso a diferencia de mi primer hijo. Ya estando en casa, seguía adolorida, cansada y la herida de la cesárea no cicatrizaba, además me aparecieron más bultos. Ahí me dijeron que no era un hemangioma y el resultado de la biopsia confirmó la sospecha del doctor: melanoma maligno”, cuenta Ximena Acevedo.
Los días siguientes fueron muy duros. Se realizó muchos exámenes, acompañada siempre por su hermana y, con los resultados en la mano, llegó a Clínica Universidad de los Andes. Luego de la consulta con el oncólogo, supo que tenía un cáncer avanzado y que debía empezar el tratamiento cuanto antes.
se trataba de un melanoma metastásico, el que históricamente no responde a quimioterapia. Además, el tumor era de muy mal pronóstico, por lo que debía tratarse de inmediato. La mejor opción era la inmunoterapia, tratamiento en el cual se estimula al linfocito T citotóxico (glóbulo blanco que puede destruir ciertas células anormales, ya sea infectadas con virus o cancerosas) para atacar al tumor, ayudándole al sistema inmune a vencer los mecanismos de evasión que ha desarrollado para poder sobrevivir en el cuerpo. En paralelo, se realizó cinco sesiones de radiocirugía.
En pacientes con enfermedades metastásicas en quienes se logra una respuesta positiva con la inmunoterapia, como es el caso de Ximena, pueden tener un control de la enfermedad muy prolongado, aunque hayan tenido pronósticos mucho más acotados. Ella pasó de ser una paciente con pronóstico de seis meses de vida a muchos años, incluso eventualmente de forma indefinida.
Ximena tenía 39 años cuando le diagnosticaron cáncer, no tenía antecedentes personales ni de familiares directos y era una persona sana, sin embargo, tuvo un melanoma grado IV y metástasis en cerebro, pulmones, hígado, huesos, partes blandas e intraabdominales. Esto ocurrió porque el melanoma suele aparecer en personas mayores por la exposición solar prolongada y daño UV, y también en gente joven y sana, pero con condiciones que las hacen predisponentes, como piel blanca, en que la fotoexposición es peor. Ese es el caso de Ximena.
Ser mamá con cáncer
Dos semanas después del parto, Ximena empezó su tratamiento contra el cáncer. Se enfocó en recuperarse, pero no ha sido fácil, porque al principio no podía hacer ningún esfuerzo físico, tenía que internarse cada cierto tiempo en la Clínica, tenía fiebre alta, inflamación de las articulaciones que le impedía moverse mucho, estaba enronchada y sentía mucho cansancio.
“Estoy saliendo adelante por mis niños y mi familia, ellos me dan la fuerza que necesito día a día. Mis hijos son el motor que me impulsa a no bajar los brazos. Esta enfermedad no me va a quitar el privilegio de verlos crecer y de seguir adelante con mis sueños y proyectos”, asegura.
La respuesta de Ximena al tratamiento ha sido excelente, casi completa, a pesar de haber tenido alta carga de enfermedad, con compromiso de múltiples órganos. Está dentro del grupo con mejor respuesta en personas con melanoma sometidas a inmunoterapia.
El tratamiento es indefinido, sólo se suspende cuando deja de ser efectivo en la persona o, lo más frecuente, que comiencen efectos adversos. Como se estimula al sistema inmune, este sobrerreacciona y ataca órganos sanos. Cuando esto pasa, se suspende y se deja al paciente en observación, porque los datos muestran que las personas tienden a mantener la respuesta en el tiempo.