Actualización al 2020
El trastorno bipolar es una patología que comienza en la adolescencia y se manifiesta con cambios de ánimo, que se alternan entre episodios de euforia o manía con cuadros depresivos. Esta patología es parte del grupo de los trastornos del ánimo.
Hasta un 3% de la población general tiene trastorno bipolar.
Durante la fase depresiva se puede llegar a experimentar:
- Tristeza.
- Angustia.
- Aumento o reducción de las horas de sueño.
- Disminución de las ganas de hacer cosas.
- Cansancio.
- Cambios en el apetito.
- Alteraciones de la concentración.
- Sentimientos de culpa.
- Ideas de muerte o suicidio.
Durante las fases de ánimo eufórico o fases maníacas se experimenta:
- Ánimo elevado o irritable.
- Sentimientos de grandiosidad.
- Aumento de actividades y energía.
- Disminución de la necesidad de dormir.
- Incremento de conductas de riesgo.
- Síntomas psicóticos (en casos más graves).
Factores genéticos: tiene un importante componente hereditario.
Factores ambientales: estos juegan un papel especialmente en el inicio de la enfermedad, como la exposición a alcohol o drogas y/o traumas psicológicos en la infancia.
El tratamiento consta de al menos tres pilares:
- Tratamiento farmacológico: se recetan estabilizadores del ánimo para tratar episodios agudos y prevenir episodios posteriores. El episodio maníaco o depresivo debe tener un tratamiento más específico según los síntomas predominantes.
- Psicoterapia: uno de los objetivos es que los pacientes no abandonen el tratamiento, y también que tengan herramientas para manejar el estrés y eviten situaciones que desencadenen un episodio.
- Intervenciones de rehabilitación funcional: ayudan al paciente a sobrellevar las limitaciones de la enfermedad.
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