Actualización al 2021
Un absceso epidural es una afección poco frecuente con un origen infeccioso, en donde se acumula pus y gérmenes entre la cubierta exterior del cerebro, la médula espinal y los huesos del cráneo o la columna vertebral. Esto provoca una hinchazón o un efecto de masa en el área afectada.
Cuando el absceso ocurre entre los huesos del cráneo se denomina absceso epidural intracraneal, mientras que cuando ocurre en la zona de la columna vertebral se denomina absceso epidural raquídeo. Éstos últimos son más frecuentes.
Los signos y síntomas de un absceso epidural dependerán de la zona afectada.
Absceso epidural raquídeo:
- Incontinencia urinaria o intestinal.
- Dolor en la región dorso-lumbar.
- Fiebre.
- Dificultad para orinar.
Absceso epidural intracraneal:
- Fiebre.
- Dolor de cabeza.
- Letargo.
- Náuseas y vómitos.
- Dolor que empeora en una zona recientemente operada.
Cabe destacar que en ocasiones se pueden presentar síntomas neurológicos que dependerán de la ubicación del absceso y pueden ser:
- Disminución de la movilidad en cualquier parte del cuerpo.
- Cambios o pérdida de la sensibilidad.
- Debilidad.
Los abscesos epidurales raquídeos generalmente son causados por bacterias, pero también pueden deberse a otras infecciones en el cuerpo como, por ejemplo, infecciones urinarias o microorganismos que se propagan a través de la sangre. Asimismo, por una cirugía de espalda o procedimientos invasivos en la columna vertebral, forúnculos en la espalda o en el cuero cabelludo y osteomielitis vertebral.
Por otra parte, los abscesos epidurales intracraneales pueden ser causados por infecciones crónicas del oído, sinusitis crónica, traumatismo craneal, mastoiditis o una neurocirugía reciente.
Los factores que aumentan el riesgo de padecer abscesos epidurales incluyen diabetes, uso de drogas intravenosas, insuficiencia renal, alcoholismo, cáncer, edad avanzada, desnutrición, obesidad, enfermedades degenerativas, sinusitis crónica, infecciones de las vías urinarias, EPOC, osteomielitis y realización de tatuajes o técnicas de acupuntura.
Para diagnosticar a un paciente con abscesos epidurales se lleva a cabo un examen físico y, además, podría ser necesario realizar hemocultivos de la sangre, tomografía computarizada de la cabeza o de la columna, una resonancia magnética y un examen o cultivo de orina. Cabe destacar, que cuando los abscesos epidurales son diagnosticados y tratados oportunamente, el pronóstico es favorable.
El tratamiento busca curar la infección y reducir los riesgos. Éste incluye medicamentos antibióticos o cirugía, y en ocasiones, ambos.
- Antibióticos: son necesarios para combatir la infección. Se administran por vía intravenosa durante 4 o 6 semanas aproximadamente.
- Cirugía: este procedimiento se lleva a cabo para drenar el pus o líquido acumulado o eliminar el absceso. Con esto se reduce la presión ejercida sobre la médula espinal.